Don Quijote de la Mancha: Resumen por capítulos

Si estás buscando el resumen por capítulos de esta gran obra maestra, te encuentras en el lugar indicado. Se trata de una novela de la literatura española y universal escrita por Miguel de Cervantes. Es una de las obras más conocida y leída en el mundo.

También hemos preparado las dudas más frecuente además de las curiosidades sobre este libro. Así que sin más, vayamos al grano. ¡Comenzamos esta increíble aventura!

¿Qué trata el Quijote de la Mancha?

En la novela El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha se narran las aventuras de Alonso Quijano, un pobre noble que enloquece por leer novelas de caballería y se cree caballero andante, haciéndose llamar Don Quijote de la Mancha.

¿Qué representa Don Quijote y Sancho Panza en la obra?

Don Quijote y Sancho Panza representan al hombre poético:

Don Quijote es un ejemplo de la devoción por la defensa un ideal. Muestran la complejidad del hombre, materialista e idealista al mismo tiempo.

Por otra parte, Sancho representa el afecto a los valores materiales.

¿Qué le ocurre a Don Quijote antes de morir?

Don Quijote pasa seis días en su lecho de muerte, con fiebre y desmayos. Su claridad mental no se ve empañada ni siquiera por el progresivo desgaste físico.

¿Por qué es tan importante Don Quijote de la Mancha?

Es muy importante dentro de la literatura universal porque es una las obras más traducidas y reeditas a nivel mundial.

Curiosidades sobre Don Quijote de la Mancha

  • Cervantes no se lucró con esta novela.
  • Se escribió para ser hablada.
  • Fue escrita en la cárcel.
  • Sancho Panza no estaba gordo.
  • Cuenta con dos partes.

A continuación, encontrarás el resumen de El Quijote por capítulos, los personajes principales y secundarios tanto de la primera parte como de la segunda parte, desde el principio hasta el final.

PRIMERA PARTE

Personajes

Principales

  • Don Quijote de la Mancha.
  • Sancho Panza.
  • Dulcinea del Toboso.
  • Rocinante.
  • Rucio.

Secundarios

  • El cura del pueblo de Don Quijote, licenciado Pedro Pérez. Hombre docto, graduado en Sigüenza (Cap. I).
  • El ama de llaves, que pasaba de los cuarenta. El mozo de campo. Vivían en la casa de Don Quijote (Cap. I).
  • La sobrina, Antonia Quijana, que no llegaba a los veinte.
  • Un ventero (Sr. Castellano) y dos «doncellas» (Doña Tolosa y Doña Molinera) que les dijeron a Don Quijote les servirían de por vida (Cap. II).
  • Un labrador, Juan Haldudo, y su criado Andrés (Cap. IV).
  • Unos mercaderes (Cap. IV).
  • Pedro Alonso, labrador vecino, que lo rescata de su primera aventura y accidente. (Cap. V).
  • Maese Nicolás, el barbero del pueblo (Cap. V).
  • El Sabio Frestón, que le robó los libros y el aposento a Don Quijote. También, para su desgracia, tornó los «gigantes» en molinos (Cap. VII).
  • Sancho sale sin despedirse de su mujer, Juana Panza (también llamada Teresa), e hijos (Sanchica, una hija nombrada en la obra) (Cap. VII).
  • Una señora vizcaína en un carruaje dirigiéndose a Sevilla. La acompañaban dos frailes de San Benito y varios escuderos (Cap. IX).
  • Seis cabreros. Antonio, «un mozo de hasta veinte y dos años, de muy buena gracia» que sabía de música y les cantó un romance (Cap. XI).
  • Dos mozos dan cuenta a Don Quijote de la muerte de aquella «mañana del famoso pastor estudiante llamado Crisóstomo, y se murmura que ha muerto de amores de aquella endiablada moza de Marcela, la hija de Guillermo el rico, aquélla que se anda en hábito de pastora por esos andurriales». Los pastores, Pedro, Sarra y Ambrosio explican la desdicha de Grisóstomo (Cap. XII).
  • Seis pastores vestidos de negros y con coronas de guirnaldas en las cabezas. Dos gentiles hombres a caballo y otros tres mozos de a pie que se dirigían al entierro de Grisóstomo. Vivaldo y otros pastores practicaban con Don Quijote, entre otras cosas, sobre las poesías del difunto Grisóstomo que ellos habían salvado de las llamas (Cap. XIII).
  • «Más de 20» arrieros yangüeses (Cap. XV).
  • Un ventero, su mujer e hija. La asturiana Maritornes. Un arriero y un cuadrillero de la Santa Hermandad (Cap. XVI).
  • Hombres «fantasmas», entre ellos Pedro Martínez y Tenorio Hernández que mantearon a Sancho en la venta (Cap. XVII).
  • Pastores que cuidaban «dos ejércitos» de ovejas y carneros (Cap. XVIII).
  • 20 encamisados y 6 enlutados hasta los pies que trasportaban un féretro. Se dirigían de Baeza a Segovia. Uno de ellos se le presenta a Don Quijote como el cura Alonso López (Cap. XIX).
  • Un barbero que llevaba una bacía dorada por «yelmo» (Cap. XXI).
  • Unos galeotes y sus guardias. Ginés de Pasamonte, atrevido ladrón y bellaco (Cap. XXII).
  • Cardenio, un desdichado que por mal de amores vagaba errante por Sierra Morena (Cap. XXIV).
  • Luscinda, enamorada de Cardenio.
  • Dorotea, una hermosa joven que se hace pasar por la princesa Micomicona (Cap. XXIX).
  • Don Fernando, joven que trata de casarse con Luscinda, finalmente se queda con Dorotea.
  • Anselmo (personaje de la novela leida por el cura el curioso impertinente) un hombre que al dudar que se mujer le es fiel le pide a su amigo que intente cortejarla (Cap. XXXIII).
  • Lotario amigo de Anselmo, se enamora de la esposa de su amigo llamada Camila (Cap. XXXIII).
  • Ruy Pérez, el cautivo que llega a la venta. (Cap. XXXVII).
  • Zoraida o María, la novia del Cautivo. (Cap. XXXVII).
  • Juan Pérez de Viedma, Hermano del cautivo. (Cap. XLII).
  • Clara de Viedma, hija de Juan Pérez de Viedma. (Cap. XLII).
  • Don Luis, enamorado de Clara de Viedma. (Cap. XLIII).
  • Rucio, la mula de Sancho Panza.
  • Rocinante, el rocín de don Quijote.

Capítulo 1

Un noble mediocre enloquece por leer demasiadas novelas de caballería y se convierte en Don Quijote de la Mancha. Como caballero andante, quiere revivir la Edad de Oro eliminando los males y protegiendo a los necesitados. Nombra a su rocín (Rocinante) y a la dama imaginaria de su corazón (Dulcinea del Toboso, en realidad es la ruda dueña de la finca de Aldonza Lorenzo).

Cervantes describe a Don Quijote según las enseñanzas de Juan Huarte de San Juan (Examen de ingenios para la ciencia): «Era de complexión robusta, carne seca, rostro enjuto…». «De tanto dormir poco y leer demasiado se le había secado tanto el cerebro que había llegado al punto de perder la razón».

Capítulo 2

Don Quijote emprende su primera incursión. Se le ocurre que aún no ha sido nombrado caballero, y decide remediar esta deficiencia a la primera oportunidad. Llega a una posada, que le parece un castillo. Se acerca a dos prostitutas, a las que imagina doncellas. Debido a su aspecto y a su extraña forma de hablar, se ríen de él. Sin embargo, el posadero, un canalla retirado, le sigue el juego, interpretando el papel del castellano del castillo.

Capítulo 3

El ventero da a Don Quijote algunos consejos prácticos (lleva dinero y camisas limpias, busca un escudero) y le hace vigilar sus armas en el corral. Por la noche, Don Quijote golpea a dos arrieros que quieren emborrachar a sus mulas y, como consecuencia, es apedreado por otros posaderos. Para evitar más incidentes, el posadero arma caballero a Don Quijote y éste sale contento de la posada.

Capítulo 4

Don Quijote se encuentra con el rico Haldudo, que azota a su criado Andrés por descuidado. Don Quijote le exige que pague al criado lo que le debe. Haldudo se lo promete y el caballero se marcha. En su camino se encuentra con varios mercaderes de Toledo que le exigen que reconozca a Dulcinea como la mujer más bella del mundo. El mercader burlón le pide pruebas, por lo que el caballero se enfurece y arremete contra él. Pero Rocinante tropieza, y su amo y su caballo caen al suelo. El arriero le golpea por su arrogancia.

Capítulo 5

El vecino de Don Quijote pasa por el camino y, al reconocerle, le lleva a su aldea. En casa de Don Quijote, sus amigos el cura Pero Pérez y el barbero Maes Nicolas, junto con el ama de llaves y su sobrina, están preocupados por Don Quijote. Pretenden condenar a la hoguera a los desalmados libros que le han robado la cordura. Don Quijote les cuenta que ha luchado contra diez gigantes.

Capítulo 6

Al día siguiente, el cura, el barbero, la sobrina y el ama de casa cometen un auto de fe, quemando la mayoría de los libros de Don Quijote.

Capítulo 7

Don Quijote permanece 15 días en su casa antes de emprender su segundo viaje en compañía de su escudero Sancho Panza, a quien promete gobernar la ínsula como recompensa por sus servicios. Sancho duda de que su esposa (Juana/Marie Gutiérrez) sea apta para el papel de reina.

Capítulo 8

Don Quijote lucha contra los molinos de viento, que parecen gigantes, ignorando las advertencias de Sancho. Acaba recibiendo una paliza en el campo y culpa de ello a los malvados encantadores que quieren arrebatarle la gloria de la victoria. Poco después ataca a dos monjes a los que cree secuestradores de la princesa. En realidad es una señora de Vizcaya que se dirige a Sevilla. Don Quijote comienza a luchar contra el vizcaíno compañero de la dama. Pero en medio de la batalla la escena se congela. El segundo autor informa al lector de que éste es el final de las fuentes de la historia.

Capítulo 9

El segundo autor relata la búsqueda de una continuación de la historia. Lo encuentra por casualidad en un mercado de Toledo (en árabe, el autor/historiador se llama Sidé Hameté Benengeli) y encarga su traducción a un moro.

Sigue el final de una batalla en la que Don Quijote vence a su adversario (aunque herido en la oreja) y le exige su promesa de presentarse ante su dama Dulcinea del Toboso.

Capítulo 10

Sancho pide justicia para la ínsula prometida, pero Don Quijote le informa de que no se trata de una aventura ínsula. Sancho teme que les persiga la Santa Hermandad, y Don Quijote le dice que los caballeros renegados están por encima de la ley. También le dice a su escudero que quiere preparar un bálsamo milagroso que puede curar todas las heridas e incluso devolver la vida a los muertos. Sancho se entusiasma y en lugar de la ínsula pide a su amo la receta del bálsamo de Fierabrás. Hablando de diversos temas caballerescos, los dos continúan su viaje hasta llegar a las cabañas de unos pastores de cabras.

Capítulo 11

Los pastores de cabras saludan amablemente al amo y al escudero y les ofrecen algo de comer. Inspirado por el color de unas bellotas, Don Quijote pronuncia su («inútil», como dice el autor) discurso sobre la Edad de Oro (caracterizada por la paz, la amistad y la armonía). Los pastores de cabras, que escuchan atentamente, entendiendo poco, piden a uno de los suyos que cante una romanza para los invitados.

Capítulo 12

Llega otro muchacho para anunciar la muerte de Grisóstomo, que se ha suicidado a causa de su amor no correspondido por la bella Marcela. Don Quijote pide a Pedro, el otro pastor de cabras, que le cuente todo el asunto, lo que éste hace de buen grado (cambiando gradualmente su estilo rústico por otro más sublime y más propio de un romance pastoril).

Capítulo 13

Al día siguiente, Don Quijote y Sancho acompañan a los cabreros al entierro de Grisóstomo. Por el camino se encuentran con otros viajeros que también quieren asistir al funeral. Entre ellos está Vivaldo, que se sorprende por la locura de Don Quijote. El caballero le dice que los hombres de su profesión son «servidores de Dios en la tierra». Vivaldo, burlándose de él, critica que los Caballeros Errantes no recen a Dios, sino a sus damas antes de la batalla. Don Quijote le dice que así es como debe ser, y otras tonterías, de modo que hasta los pastores comprenden su falta de juicio.

Capítulo 14

Cuando el grupo llega al lugar del entierro, se lee un poema compuesto por el difunto (un canto a la desesperación). Marcela aparece entonces y defiende tan hábilmente su comportamiento que, tras su discurso, todos están de acuerdo en que ella no tiene la culpa de la muerte de Grisóstomo («Nací libre y, para vivir libre, elegí la soledad de los campos»). Terminan los funerales y Don Quijote ofrece sus servicios a Marcela.

Capítulo 15

En el prado, Rocinante acosa a varias yeguas, que tienen más ganas de pastar que de apacentarle a él. Los dueños de la yegua, un tal Jangua, golpearon al pobre caballo. Don Quijote y Sancho, que quieren ayudar a Rocinante, corren la misma suerte. Finalmente prosiguen su camino hasta llegar a una posada, que de nuevo se le aparece a Don Quijote como un castillo, pero no se deja convencer de lo contrario.

Capítulo 16

En la venta, Don Quijote acosa a Maritornes, una doncella muy fea a la que imagina una bella princesa. Una vez más no cosecha más que golpes.

Capítulo 17

Don Quijote cree que el castillo (posada) está encantado porque allí ocurren cosas muy extrañas. Dice que le ha vencido un gigante, Sancho comenta que le han vencido más de 400 moros. Don Quijote prepara un bálsamo llamado Fierabras, que le hace vomitar mucho, pero después se siente mejor. Sancho también lo prueba, pero le sienta muy mal y empieza a «escurrir el agua por ambos canales». Don Quijote piensa que debe ser porque no es un caballero armado. Cuando le quitan la venta, no quiere pagar la factura porque iría en contra de la orden caballeresca. Como «venganza», algunos de los invitados llevan a Sancho.

Capítulo 18

Sancho no cree que la posada esté encantada, sino que los hombres que la engrasaron eran hombres de carne y hueso. Duda del valor de una aventura caballeresca y quiere volver a casa. Le recuerda a Don Quijote que nunca han ganado una batalla. Mientras tanto, aparece polvo en el horizonte y Don Quijote imagina que hay dos ejércitos a los que pretende derrotar. Al principio Sancho le cree, pero luego se da cuenta de que no son más que dos rebaños de carneros y ovejas. Una vez más, Don Quijote se droga tanto que pierde varias muelas. Para curarse, bebe el resto del bálsamo. Cuando Sancho se le acerca, vomita sobre él, Sancho a su vez vomita sobre Don Quijote. Está harto y quiere dejar a su amo.

Capítulo 19

Se acercan unas figuras luminosas, que resultan ser un grupo de sacerdotes que llevan un muerto a Segovia. Cuando se niegan a dar la explicación que Don Quijote les pide, les ataca y rompe la pierna a uno de ellos. Sancho admira la valentía de su amo: «Seguramente este mi amo es tan valiente y esforzado como dice. Quiere presentar a su amo y, debido a su aspecto aburrido, se inventa el nombre de Caballero de la Triste Figura. Don Quijote piensa que el autor del cuento se lo ha puesto en la lengua y en la mente y quiere llamarse así a partir de ahora.

(Sancho empieza a utilizar proverbios en este capítulo).

Capítulo 20

Los dos van en busca de agua. Es de noche y tienen mucha sed. De repente oyen unos golpes y Sancho se asusta mucho. No quiere que Don Quijote se marche para enfrentarse a esta «aventura», e intenta retenerlo llorando y sollozando. Como su amo no quiere ablandarse, el escudero recurre a un truco: atar las piernas de Rocinante para que no pueda moverse. Para divertir a Don Quijote, Sancho le cuenta una historia de forma muy torpe. Sin atreverse a apartarse, el escudero expone sus necesidades a Don Quijote y explica el pedo como señal de una nueva aventura («Qué rumor, Sancho, debe de ser algo nuevo»). A la mañana siguiente, los dos se dan cuenta de que el ruido que tanto miedo les ha infundido procede de seis martillos fulminantes. Ambos se ríen, y Sancho empieza a imitar burlonamente a Don Quijote. Don Quijote se enfada mucho, le da dos golpes muy fuertes con su lanza y le exige más respeto.

Capítulo 21

Don Quijote coge un baxi del barbero, que imagina que es el casco de Mambrino. Por el camino, los dos se imaginan convirtiéndose en emperador y conde.

Capítulo 22

(En contraste con su insistencia en la veracidad de la historia, al principio de este capítulo el autor habla de una «historia enclenque e inventada»).

El amo y el escudero se encuentran con los doce prisioneros. Sancho informa a su amo de que son galeotes forzados por el rey. Al caballero no le gusta la idea de que los hombres vayan contra su voluntad, e investiga las causas del dolor de cada prisionero, malinterpretando y malentendiendo todas las explicaciones («He oído decir que los que cantan repelen sus dolencias»). Por último, viene a hablar con Ginés de Pasamonte, que ha escrito la autobiografía La vida de Ginés de Pasamonte en las galeras («mal año para Lazarillo de Tormes y para todos cuantos de aquel género se han escrito o escribirán»). Viendo que los prisioneros se muestran «reacios» a ir a galeras, Don Quijote los libera y exige que comparezcan ante Dulcinea. Los criminales son el maestro de piedra y el escudero.

Capítulo 23

Sancho teme que la Santa Hermandad les persiga y ambos deciden esconderse en Sierra Morena. Allí encuentran una maleta abandonada y un libro de recuerdos que contiene quejas amorosas. Poco después, se encuentran con una cabra que les da las primeras pistas sobre el propietario del libro, un joven en el que se alternan periodos de locura y lucidez (como en el Quijote; el autor equipara claramente ambos llamándole Roto de la Mala Figura en contraposición a Roto de la Triste Figura). Cuando por fin El Roto se acerca a ellos en persona, Don Quijote le abraza «como si le conociera de mucho tiempo atrás».

Capítulo 24

El caballero del bosque, que en realidad se llama Cardinio, les cuenta su desgracia. Tras mencionar el libro del caballero Amadís de Gaula, Don Quijote se conmueve tanto que el desconocido interrumpe su relato. La escena termina con otra paliza.

Capítulo 25

Sancho quiere volver a casa porque no soporta el silencio que le ha impuesto su amo. Don Quijote le da licencia para hablar. Sancho empieza a encadenar frases. Don Quijote pretende imitar las penitencias de Amadís y Roldán. Sancho critica el plan porque Dulcinea no le ha dado motivos para volverse loco. Don Quijote razona: «Si lo hago en seco, ¿qué haré en mojado? Sancho empieza a dudar de toda la empresa caballeresca: «Debe de ser todo viento y mentiras (…) Pues quien oiga a vuestra señoría decir que la jofaina del barbero es el casco de Mambrino, y que no saldrá de este engaño en más de cuatro días, pensará que quien dice y afirma tales cosas debe de tener la mente embotada…». «Una vez más, don Quijote echa la culpa a los malvados hechiceros que transforman las cosas a su gusto, de modo que «lo que a ti te parece coraza de barbero, a mí me parece yelmo de mambrino, y a otro le parecerá otra cosa».

Sancho descubre que Don Quijote conoce a Dulcinea sólo en apariencia y que en realidad es Aldonza Lorenzo. La conoce bien y puede decir «que lanza la caña tan bien como el cisne más curtido del pueblo». Don Quijote admite que sólo la imagina como la desea. Escribe una carta para que Sancho se la entregue a Dulcinea mientras él quiere hacer penitencia. Viendo parte de la locura de su amo, Sancho parte hacia El Toboso.

Capítulo 26

Mientras Don Quijote está ocupado componiendo poemas para Dulcinea, Sancho llega a la venta donde fue apuñalado y allí se encuentra con el cura y el barbero, que van en busca de su amigo. Les cuenta lo que le ocurre a su amo, relata lo que recuerda de la carta a Dulcinea (pues olvidó llevársela) y también habla de sus planes para convertirse en Emperador y Conde respectivamente. El vicario y el barbero se dan cuenta de que la locura de Don Quijote le ha «quitado la cordura al pobre hombre» e idean un plan para sacar a su amigo de su estado de remordimiento.

Capítulo 27

Los dos parten en busca de Don Quijote, disfrazados de doncella y escudero, guiados por Sancho Panza. En Sierra Morena se encuentran con Cardenio, que les cuenta cómo su «amigo» Fernando le engañó para quitarle a su prometida Luscinda.

Capítulo 28

Más tarde, el grupo se encuentra con Dorotea, vestida como el novio, que a su vez les cuenta cómo fue seducida y rechazada por Fernando y por eso huyó a este remoto lugar.

Capítulo 29

Dorotea se ofrece a ayudar a llevar a Don Quijote a casa interpretando el papel de la princesa Micomicón. Juntos van al lugar donde está Don Quijote y Dorotea le pide ayuda. Don Quijote promete ayudarla y todo el grupo se pone en marcha. Para burlarse de él, el sacerdote le cuenta a Don Quijote que él y el barbero han sido asaltados recientemente por unos delincuentes que habían sido liberados previamente por un loco.

Capítulo 30

Sancho dice que Don Quijote fue el libertador de los galeotes y Don Quijote intenta justificarse. Dorotea/Micomicona se inventa una historia sobre un gigante que le ha arrebatado el reino. Promete casarse con Don Quijote si éste la ayuda. Don Quijote rechaza la propuesta porque ya está prometido a Dulcinea. Sancho Pança no puede comprender esta decisión, porque cree que la princesa es mucho más hermosa que Dulcinea. Don Quijote se indigna ante esta blasfemia y golpea a su escudero, pero pronto se reconcilian. Don Quijote quiere preguntar a Sancho cómo reaccionó Dulcinea cuando le dio su carta. Sancho admite que lo ha olvidado, pero dice que se lo repitió de memoria al sacerdote que se lo entregó.

Capítulo 31

Sancho imagina que encontró a Dulcinea cerniendo trigo y oliendo a sudor. Don Quijote no puede creérselo todo. Sancho le dice que Dulcinea ha roto la carta para que nadie la lea (ya que ella no sabe leer). Don Quijote le promete de nuevo el gobierno de la isla, que quiere pedir a Micomicón a cambio de su ayuda.

Andrés, el joven a quien Don Quijote ayudó en su primera incursión, pasa por allí e increpa al caballero, rogándole que no vuelva a inmiscuirse en su vida: «Déjame con mi desgracia, que no será tan grande como para no ser mayor que lo que me deparará tu ayuda». Todos los presentes apenas pueden contener la risa por respeto a Don Quijote.

Capítulo 32

El grupo llega a la posada y empieza a hablar de los libros de caballería. El sacerdote los condena porque no contienen más que mentiras. Al posadero le gustan porque son muy divertidos. Cree que todo lo que se cuenta en ellos es cierto porque están impresos bajo licencia del Consejo Real. Aunque está muy cerca de la locura de Don Quijote, dice que no imitaría a los caballeros porque tiene muy claro que los Caballeros Andantes eran una costumbre de tiempos pasados. La hija del posadero disfruta especialmente con los lamentos de los caballeros cuando sus damas están ausentes, aunque no entiende por qué no se casan simplemente con sus pretendientes sin complicaciones innecesarias. Sancho está confuso por toda esta charla. En su maleta encuentra unos papeles que contienen la Novela del curioso impertinente, que el cura empieza a leer a todos.

Capítulo 33

Novela del curioso impertinente (Con la ayuda de su mejor amigo, el Lothario Anselmo quiere poner a prueba a su mujer Camila para ver si es tan perfecta y fiel como él cree. El desenlace es trágico, los tres personajes principales mueren).

Capítulo 34

Una novela de un curioso impertinente.

Capítulo 35

Don Quijote, que duerme en la habitación contigua, interrumpe su lectura a gritos, luchando contra unos pellejos de vino, a los que cree un gigante que acosa a la princesa Micomicona. Sancho le cree y busca la cabeza del gigante, que su casero afirma haberle cortado. El posadero no puede creer lo mucho que valen el vino derramado y las pieles mutiladas, pero el sacerdote promete devolvérselo.

Novela del curioso impertinente está terminada.

Capítulo 36

Fernando y Luszinda llegan a la posada. Dorotea ruega a Don Fernando que la acepte como legítima esposa y no fuerce más a Lucinda. Fernando admite su amor por Dorotea y el embrollo entre Fernando/Dorotea y Cardinio/Luscinda se disuelve.

Capítulo 37

Sancho está decepcionado porque la princesa de Micomicón se ha convertido ante sus ojos en la burguesa Dorotea. Ve desaparecer la promesa de la isla. Entra en los aposentos de su amo y le da la noticia. Don Quijote vuelve a creer en los encantamientos y pide explicaciones a Dorotea, pero ella consigue disipar sus dudas y le confirma que sigue siendo la Princesa de Micomicón. Don Quijote se enfada con Sancho. Un hombre y un moro entran en la posada. Don Quijote comienza su discurso sobre las armas y las letras y todos se asombran de la sabiduría de sus palabras.

Capítulo 38

Don Quijote continúa su discurso. Dice que el trabajo de un soldado es mayor y más peligroso que el de un abogado.

Capítulo 39

El cautivo cuenta cómo escapó de su cautiverio en Argelia con la ayuda de Zoraida, una mujer mora que quiere convertirse al cristianismo.

Capítulo 40 y 41

Relato del cautivo.

Capítulo 42

Fernando alaba el relato del cautivo: «Todo es peregrino, extraño y lleno de incidentes que sorprenden y suspenden a quienes los escuchan. Por «providencia celestial», el hermano del cautivo, un oidor de camino a la India, entra con su hija Clara. Los hermanos se reconocen y deciden ir a ver a su padre para celebrar el matrimonio del prisionero y Zoraida/Maria. Don Quijote se ofrece a custodiar el «castillo».

Capítulo 43

Se oye a Luis (disfrazado de arriero) perseguir a Clara porque está enamorado de ella. Clara le dice a Dorotea que el matrimonio entre ellos es imposible porque Luis pertenece a una clase social más alta que ella. Dorotea promete ayudarla.

Maritornes ata la mano de Don Quijote en el desván para que quede atrapado durante la noche. Al amanecer, cuatro hombres llegan a la posada.

Capítulo 44

Los cuatro hombres son los criados del padre de Luis, que han venido a llevarlo a casa. Don Luis explica al oidor el amor que siente por su hija. Oidor promete hablar con su padre para concertar un matrimonio. En ese momento, el barbero, a quien Don Quijote ha quitado el bacilo y Sancho la albarda, llega a la posada y exige que le devuelvan sus pertenencias. Sancho defiende a su amo, diciendo que ha ganado trofeos en una buena guerra. Don Quijote está muy satisfecho con su escudero y le sugiere que sea nombrado caballero a la primera oportunidad. Sancho crea el término «bacielmo».

Capítulo 45

Máez Nicolás quiere gastarle una broma al barbero y le dice que ejerce la misma profesión que él y que puede decir con seguridad que el objeto en cuestión no es una bacía, sino un casco. Cardenio, Fernando y el cura, que comprenden la intención de Maes Nicolás, le apoyan, dejando al barbero sumido en una gran confusión. Sobre la cuestión de si lo que Sancho ha cogido del barbero es albarda o haes de caballo, Fernando quiere tomar secretamente los votos de los presentes, manipulando el resultado a su gusto. Acaba declarando que la albarda de jumento es la jaez de caballo, pero el Cuadrillero que interviene en el regateo dice la verdad. Esto lleva a una acalorada discusión. Al final todos se calman y se reconcilian por iniciativa de Don Quijote. Uno de los Cuadrilleros le reconoce como el delincuente buscado por la Santa Hermandad y quiere detenerle.

Capítulo 46

El sacerdote convence a los Cuadrilleros de que no se puede detener a Don Quijote porque está loco. También paga bacia al barbero. Sancho duda de la autenticidad de Micomicona porque estaba demasiado unida a Fernando. Micomicona / Dorotea lo explica todo con encantos. Enganchan a Don Quijote a un carro para llevarlo a casa. Cree que le han embrujado.

Capítulo 47

Don Quijote se sorprende de su estado, pues nunca ha leído nada sobre tal encantamiento. Se explica a sí mismo que tal vez los encantos hayan cambiado estos días. El grupo sale de la posada y se topa con el canónigo de Toledo. Sancho duda de que su anfitrión esté encantado, ya que tiene que hacer sus necesidades como todos los demás, también reconoce al cura y al barbero, que van disfrazados. El canónigo inicia una discusión con el sacerdote sobre los libros de caballería.

Capítulo 48

El coadjutor y el canónigo continúan su discusión literaria. Sancho intenta convencer a Don Quijote de que sus compañeros son el cura y el barbero, pero su anfitrión le dice que algún diablo le está gastando una broma. Sancho insiste y pregunta al caballero si ha sentido el impulso de cometer «aguas grandes o pequeñas». Al principio Don Quijote no lo entiende, pero luego pide que lo saquen de la jaula «porque no está todo claro».

Capítulo 49

Don Quijote es liberado. Canon intenta convencerle de que lea cualquier cosa menos libros de caballería. Don Quijote le considera loco por proferir tantas blasfemias contra libros tan respetados y confundir hechos y personajes ficticios e históricos.

Capítulo 50

Don Quijote sostiene que los libros de caballerías deben ser verdaderos, ya que sus autores relatan punto por punto el padre, la madre, la fiesta, la edad del héroe, etc. Dice que espera verse pronto como rey o emperador. Dice que pronto espera convertirse en rey o emperador de algún reino por atreverse su mano fuerte a dar el prometido condado a su escudero, «el mejor hombre del mundo». Sancho promete que no le faltarán habilidades para dirigir su reino. Al canónigo le llama la atención la insensatez e imprudencia del amo y el escudero. El pastor de cabras viene a reñir a la cabra y explica al grupo que lo hace porque el animal es hembra.

Capítulo 51

El pastor de cabras cuenta lo que le sucedió a Leandra, que se dejó engañar por un guerrero fanfarrón que le prometió matrimonio.

Capítulo 52

Don Quijote riñe con el pastor de cabras por decirle que está loco. Se acerca una procesión con una imagen cubierta de la Virgen. Don Quijote cree que se trata de una dama secuestrada y exige a los sacerdotes que la liberen. Los sacerdotes se ríen a carcajadas, lo que enfurece a Don Quijote. Se abalanza sobre el grupo, pero acaba malherido en el suelo. Sancho Panza cree que su amo ha muerto y pronuncia un gracioso discurso: «Oh flor de la caballería…». Don Quijote recupera el conocimiento y el grupo continúa su camino hacia su aldea. Una vez allí, el cura y el barbero advierten a la patrona y a su sobrina que cuiden bien de Don Quijote, no sea que vuelva a escaparse.


SEGUNDA PARTE

Personajes

Principales

  • Don Quijote de la Mancha.
  • Sancho Panza.
  • Dulcinea del Toboso.
  • Rocinante.
  • Rucio.

Secundarios

  • Los «gigantes» que se tornaron en molinos
  • Tres aldeanas dirigiéndose en burro hacia El Toboso. Don Quijote sólo ve la transformación de su Dulcinea en labradora, a pesar de la treta burlesca de Sancho (Cap. X).
  • Carreta de comediantes disfrazados para representar una función titulada Las cortes de la muerte (Cap. XI). Se consideraban perros malditos.
  • Tomé Cecial, vecino y compadre de Sancho, es el escudero de quien se hace llamar el caballero de los Espejos o El Caballero del Bosque (en realidad, Sansón Carrasco) y dice estar enamorado de una tal Casildea de Vandalia (Cap. XII).
  • El hidalgo Diego de Miranda cabalgando a lomos de «una muy hermosa yegua tordilla, vestido un gabán de paño fino verde […]; el aderezo de la yegua era […] asimismo de morado y verde; […] las espuelas no eran doradas, sino dadas con un barniz verde» (Cap. XVI).
  • Don Lorenzo: hijo de Don Diego de Miranda.
  • Carretero y leonero llevando dos leones a la corte (Cap. XVII).
  • Labradores, estudiantes, cura, parientes, danzantes, músicos y zagales todos vestidos de fiesta para asistir a la mejor y más rica boda jamás celebrada en la Mancha. La novia, Quiteria la hermosa. El novio, Camacho el rico. (Cap.XX).
  • El desdichado Basilio, cuyo ingenio logró lo que más bien parecía milagro (Cap. XX).
  • El primo de un estudiante, de los que habían conducido a Don Quijote a la boda se Basilio, conducirá a nuestros protagonistas a la cueva de Montesinos (Cap. XXII).
  • Durandarte: primo de Montesinos que estaba encantado. Mujer de Durandarte: Belerma. Y escudero de este: Guadiana (convertido en río).
  • Sansón Carrasco: el bachiller que acaba con la locura Quijotesca haciéndose pasar primero por el Caballero de los Espejos y luego por el Caballero de la Blanca Luna. Habia visto impresa la obra del Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha.
  • El ventero, Maese Pedro (Ginés de Pasamonte), su mono y su criado (cap. XXVI).
  • Habitantes de los rebuznos (cap. XXVIII).
  • Molineros y pescadores (cap. XXIX).
  • Duques y sus criados, dueñas, doncellas, (cap. XXX).
  • Sirvientes de Sancho en la ínsula.
  • Altisidora y su amiga.
  • Paje.
  • Doña Rodríguez.
  • Roque Guinart.
  • Bandoleros.
  • Ricote, amigo morisco de Sancho Panza que es expulsado de España por su religión y emigra a Alemania.
  • Ana Félix.
  • Tosilos.
  • Don Antonio Moreno.
  • Claudia Jerónima.
  • Avellaneda, autor del Falso Quijote.
  • Álvaro de Tarfe, personaje del Falso Quijote quien reconoce a Sancho y a Don Quijote como verdaderos protagonistas de la obra y decide ayudarlos a desenmascarar a Avellaneda.

Capítulo 1

El cura y el barbero no visitaron a don Quijote durante algún tiempo, aunque habían oído hablar de sus progresos a su ama y a su sobrina, que decían que se estaba recuperando.

Al cabo de unos días, el cura y el barbero fueron a visitar a Don Quijote, que los recibió calurosamente. Hablaron de todo tipo de cosas, creyendo que Don Quichotte estaba en su sano juicio. El sacerdote, como oro en paño, decidió decirle a Don Quijote que el rey había sido invadido. Don Quijote respondió que tendría que recurrir a los caballeros andantes, que le ayudarían con gusto. Así se dieron cuenta de que Don Quijote seguía loco.

El barbero contó la historia del loco que vivía en Sevilla. Don Quijote, en respuesta a esta historia, empezó a hablar de la edad de los caballeros, insinuando al cura y al barbero que tenía en mente una nueva salida. El cura empieza a provocar a Don Quijote diciéndole que no existen caballeros-errantes, y Don Quijote responde con opiniones bien documentadas, entre las que dice que los caballeros son tan reales que incluso puede afirmar haber visto a Amadís, Reynaldos y Roldán.

Capítulo 2

El vicario y el barbero deciden marcharse, al escuchar cómo la amante y la sobrina de Don Quijote acusan a Sancho, que quería visitar a su amo, de engañar a Don Quijote.

Al oír esto, Don Quijote envía a Sancho a hablar con él. Don Quijote pregunta a Sancho qué piensa el pueblo de sus hazañas. En respuesta, Sancho dice que todos en la aldea dicen que Don Quijote se ha vuelto loco y que Sancho es un tonto, y también dicen que Don Quijote se ha puesto un «don» y se ha hecho caballero sin tener derecho a ello. Don Quijote dice que todos esos rumores son fruto de la envidia.

Sancho le cuenta también que Bartolomé Carrasco, que acaba de quedar soltero en Salamanca, le dijo que había visto impresa la historia de «El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha». Don Quijote, al oír esto, envió a Sancho en busca de un soltero.

Capítulo 3

Cuando Sancho se marchó, Don Quijote se quedó pensando cómo era posible que alguien hubiera escrito sus aventuras si no hacía tanto tiempo que las había comenzado. También le preocupaba que el autor del libro se hubiera inventado algo sobre su querida Dulcinea.

Cuando el bachiller Sansón Carrasco llegó adonde estaba don Quijote, se arrodilló ante él como un gran caballero y comenzó a ensalzar las aventuras que había leído en el libro.

Al final del capítulo, el bachiller y Don Quijote comentan detalles de la primera parte, como lo que hizo Sancho con los cien escudos de oro que encontraron en Sierra Morena y los errores del autor, como la inclusión de Curioso Imperatiente y el extraño robo del burro de Sancho. Por último, Bachelor le cuenta lo famosas que son sus aventuras, ya que las lee gente de todo el mundo.

Capítulo 4

Sancho comienza a explicarles lo ocurrido con los cien escudos y también les habla del famoso robo del asno.

En ese momento oyeron que Rocinante lanzaba un grito nervioso, que consideraron una señal de buena suerte. Más tarde decidieron volver a partir dentro de tres o cuatro días.

Más tarde, después de que Don Quijote pidiera al bachiller que compusiera unos versos para despedirse de Dulcinea, acordaron partir en unos ocho días con la condición de que el bachiller no dijera nada al cura, ni al barbero, ni a la sobrina, ni al ama.

Capítulo 5

En este capítulo Sancho mantiene una tensa conversación con su esposa Teresa sobre cómo él y Don Quijote van a volver a la aventura y que éste le ha renovado la promesa de regalarle una ínsula al final de sus aventuras.

Durante el resto del capítulo, Sancho y su mujer discuten sobre si cuando Sancho se convierta en monarca de la ínsula, su hija se casará con un igual o con un gran monarca vecino. Finalmente Sancho escucha a su mujer, que rompe a llorar, y le dice que hará condesa a su hija lo antes posible.

Terminada la conversación, Sancho se marcha con Don Quijote para ultimar los detalles de su partida.

Capítulo 6

La sobrina y ama de don Quijote, temiendo que don Quijote volviera a sus viejas costumbres, empezaron a decirle que más le valía ir a servir al rey y dejar de ser caballero andante. Don Quijote, al oír esto, empezó a comparar al caballero andante con los caballeros de la corte. Mientras tanto, su sobrina intentaba convencerle de que lo del caballero andante era una tontería, y también le dijo a Don Quijote que otra razón por la que no podía ser caballero era porque era pobre, y sólo los nobles y los ricos podían ser caballeros.

Don Quijote comenzó a explicarle que había nacido bajo la influencia de Marte, por lo que debía dedicarse a las armas, y añadió que no se molestaran en tratar de impedírselo, pues era el cielo quien le ordenaba hacerse caballero.

Poco después apareció Sancho, y don Quijote le recibió con grandes brazos y se encerró con él en sus aposentos.

Capítulo 7

En cuanto la dueña de don Quijote vio entrar a Sancho, fue en busca del bachiller para alejarlos a los dos. Cuando el soltero oyó lo que había dicho la amante, le aconsejó que se callara y se fuera a casa, diciéndole que él vendría más tarde.

Cuando Sancho se quedó a solas con Don Quijote, éste, por consejo de su mujer, le pidió un estipendio, ya que no podía mantenerse con él. Don Quijote le dijo que era tradición que los escuderos se mantuvieran a costa de las asignaciones de su señor, y que él no estaba dispuesto a romper la tradición caballeresca. Don Quijote le dijo a Sancho que si no quería seguir siendo su escudero, que se buscara otro escudero.

Poco después apareció el soltero con la amante y la sobrina de Don Quijote. El bachiller se acercó a Don Quijote y le instó a continuar sus aventuras, ofreciéndole incluso convertirse en su escudero. Sancho, al oír esto, se echó a llorar y le dijo que seguiría siendo su escudero y que sólo había pedido un salario para complacer a su mujer. Después de esto Sancho y Don Quijote se abrazaron y acordaron que partirían dentro de tres días. El ama y la sobrina se quedaron entonces atónitas y abatidas al ver que el soltero estaba del lado de Don Quijote y no del suyo.

Sancho consiguió tranquilizar a su mujer y Don Quijote consiguió tranquilizar a su sobrina y a su ama. Tres días después partieron hacia El Toboso, pero esta vez Sancho llevaba una bolsa de dinero que Don Quijote le había dado para cubrir los gastos que pudieran surgir.

Capítulo 8

Antes de emprender sus aventuras, Don Quijote decide visitar a Dulcinea en El Toboso para obtener su permiso y su bendición para emprender sus aventuras. Sancho le advierte que la última vez que vio a Dulcinea estaba recogiendo trigo, pero Don Quijote explica este comportamiento con encantos.

Sancho empieza a especular sobre si el autor del libro le ha tratado bien, a pesar de sus defectos. Mientras tanto, Don Quijote comienza a expresar su deseo de gloria y termina explicando cómo los Caballeros Errantes son capaces de dominar los pecados mortales.

Sancho le dice a Don Quijote que si quiere alcanzar la fama más vale que se dedique a la vida santa, pues es más famoso un buen monje que un gran caballero andante.

Al anochecer llegaron al Toboso, y Don Quijote decidió entrar en cuanto oscureciera, por lo que descansaron un poco junto a unas encinas. Sancho estaba preocupado, pues nunca había visto a Dulcinea y temía que su amo le enviara tras ella.

Capítulo 9

Don Quijote y Sancho partieron hacia el Toboso a medianoche en busca del palacio de Dulcinea, pero no pudieron encontrarlo, pues no existía. Después de buscar durante algún tiempo, llegaron a la conclusión de que ninguno de los dos conocía a Dulcinea, ya que Don Quijote se había enamorado de ella por su buena reputación y Sancho también la había visto por las críticas que había oído sobre ella.

Tras mucho buscar, Sancho decide persuadir a Don Quijote para que espere en el robledal hasta que Sancho encuentre a Dulcinea y le diga que su amado caballero le espera en el robledal cercano.

Capítulo 10

Antes de que Sancho partiera en busca de Dulcinea, Don Quijote le dio instrucciones para que vigilara las reacciones físicas de Dulcinea cuando se enterara de la aparición de su caballero.

Antes de iniciar su búsqueda, Sancho se agachó donde su amo no pudiera verle para reflexionar sobre la locura de su amo, que aunque Sancho le condujera a otra persona que no fuera Dulcinea, Don Quijote juraría que su amada estaba embrujada. Al anochecer, Sancho vio pasar cerca de él a tres labradoras y corrió a decir a su amo que Dulcinea se acercaba con sus dos doncellas, y así maquilló sus ropas para hacer creer a su amo que su amada se acercaba.

Al acercarse las tres campesinas, el plan de Sancho se puso en marcha, pues pensó que cuando su amo viera a las tres campesinas y escuchara a Sancho, que decía que era Dulcinea con sus criadas, pensaría que estaban embrujadas.

Las campesinas, al oír los elogios de Don Quijote, salen corriendo, huyendo de Don Quijote y de Sancho. Al ver huir a las tres campesinas, Sancho y Don Quijote empezaron a oponerse a los hechiceros que habían privado a Don Quijote de la oportunidad de ver la belleza de su amada Dulcinea. Finalmente, Don Quijote y Sancho continuaron hasta Zaragoza, donde se celebraba cada año una fiesta muy importante.

Capítulo 11

Mientras Don Quijote y Sancho se dirigían a Zaragoza y charlaban tranquilamente, apareció ante ellos una carreta con personajes horripilantes como la muerte acompañada de héroes malvados. Ante la aparente consternación de Don Quijote y Sancho, estos personajes admitieron que pertenecían a una compañía de teatro que acababa de representar una función de Cortes de la Muerte en la aldea vecina y aún no habían tenido tiempo de cambiarse de ropa.

Cuando Don Quijote se hubo calmado y se dispuso a marcharse, apareció otro extraño personaje con un palo en la mano, con el que golpeó el suelo, haciendo huir a Rocinante, tirando a Don Quijote al suelo cuando Sancho se dispuso a ayudarle, este extraño personaje se subió a Rusio, el burro de Sancho, le golpeó y le hizo huir. Cuando Rusio consiguió derribar a su atacante, regresó junto a Sancho.

Cuando Don Quijote se levantó estaba dispuesto a luchar contra los actores, pero Sancho le quitó la idea de la cabeza, diciendo que no eran caballeros, por lo que Don Quijote no podía luchar contra ellos. Sancho dijo esto a Don Quijote porque vio que los actores se armaban con piedras. Pero Don Quijote, en su sed de venganza, le dice a Sancho que es su deber vengarse, pero Sancho rechaza la oferta porque dice que no es un ser vengativo.

Finalmente Don Quijote le dice a Sancho que partirán en busca de nuevas aventuras.

Capítulo 12

Después de la pequeña aventura del capítulo anterior, Sancho y Don Quijote se dispusieron a pasar la noche bajo unos árboles no muy lejos de aquí.

Durante la noche Don Quijote empezó a comparar la comedia con la vida. Sancho le dijo que era una comparación acertada, pero que ya estaba demasiado pasada de moda. Dicho esto, Sancho empezó a confesar a Don Quijote lo mucho que prosperaba a su lado, pues antes no tenía ningún conocimiento, pero ahora sabía mucho más sobre la caballería, sus leyes y otros temas culturales de la época.

Al llegar al prado, Don Quijote aprovechó para descansar, tumbándose bajo una encina de hojas agudas, mientras Sancho dormía también al pie de un alcornoque.

Al cabo de un rato, Don Quijote despertó y oyó a un hombre que se hacía llamar «Caballero del Bosque», que al igual que Don Quijote era un caballero andante, bajarse de su caballo y comenzar a explicarle cómo su amada, Casildea de Vandalia, no le había correspondido a todo el amor que le había ofrecido. Cuando el caballero se dio cuenta de que Don Quijote estaba cerca, se presentó y empezaron a hablar de su amor. Los dos escuderos dejaron que sus caballeros hablaran en privado y se fueron a hablar de asuntos de escudería un poco más lejos.

Capítulo 13

En este capítulo se nos narran las conversaciones de Sancho con el escudero del Caballero del Bosque.

Ambos comienzan hablando de la recompensa que les ofrecen sus respectivos caballeros. El Caballero del Bosque dice que su amo le ofreció una canonjía, de lo que Sancho deduce que el Caballero del Bosque era un caballero eclesiástico.

Entonces empiezan a hablar de las respectivas familias de cada escudero. Sancho dice que tiene dos hijos, y alaba especialmente a su hija, a la que hará condesa una vez que Don Quijote le dé la recompensa. En ese momento, tras un comentario inapropiado del compañero de Sancho, éste le dice que su forma de hablar no es apropiada para los hombres que acompañan a los caballeros renegados.

Más tarde empiezan a hablar de las amantes de sus amos y de las cualidades de éstos. El caballero del bosque dice que su amo es muy valiente, pero un poco bribón. Sancho dice que Don Quijote no es en absoluto un embaucador, ya que es incapaz de hacer daño a nadie.

Finalmente, los dos escuderos comienzan a comer y beber algunos manjares traídos por el escudero del Caballero del Bosque. Después de comer y beber, ambos escuderos se quedan dormidos.

Capítulo 14

Mientras tanto, el Caballero del Bosque y Don Quijote hablaban de sus aventuras y amantes.

El Caballero del Bosque contó que entre sus aventuras había derrotado a muchos caballeros, entre ellos al gran Don Quijote de la Mancha. Al oír esto, Don Quijote se hizo el tonto para confesar después sus propias mentiras. Al ver que no confesaba y persistía en su mentira, Don Quijote le retó a un duelo en el que el caballero vencedor obedecería al vencedor.

Ambos caballeros fueron a decir a sus escuderos que prepararan todo para la batalla. Momentos antes de la batalla, Sancho se subió a un árbol, pues tenía miedo del Caballero del Bosque por lo que le había contado el escudero del Caballero.

Finalmente, cuando el caballo del Caballero del Bosque se colocó justo delante de Rocinante durante el combate, Don Quijote derribó al Caballero del Bosque y salió victorioso del duelo.

Cuando el Caballero del Bosque cayó al suelo, Sancho y Don Quijote se dieron cuenta de que era Sansón Carrasco, un soltero. Sancho, a su vez, se dio cuenta de que el escudero del Caballero del Bosque era su vecino Tome Celial, y entonces pidió a Don Quijote que no matara a Sansón Carrasco. Cuando Sansón Carrasco volvió a la vida, Don Quijote le hizo ir a El Toboso para alabarse ante la dama de Don Quijote y admitir que no había vencido a Don Quijote, sino a alguien que se parecía mucho a él. Don Quijote y Sancho continuaron entonces su viaje hacia Zaragoza.

Capítulo 15

Al parecer, el bachiller se ha puesto de acuerdo con el vicario y el barbero para empujar a Don Quijote a una tercera salida, de modo que cuando Sansón se haga pasar por el Caballero del Bosque y venza a Don Quijote, le obligue a volver a la ciudad para cumplir el acuerdo como vencido fuera del duelo.

Sansón Carrasco expresa visiblemente su deseo de ir a golpear a Don Quijote como venganza, mientras que Tomé Celial, su supuesto escudero, decide volver a casa y dejar de actuar como un simple loco.

Capítulo 16

Don Quijote cabalgaba muy animado tras su reciente victoria cuando se encontró con un hombre montado en una yegua semental. Cuando Don Quijote lo vio, le propuso que cabalgaran juntos. Cuando el hombre se enteró de las aventuras de Don Quijote, se dio cuenta de que el hombre no debía estar muy bien de la cabeza.

El hombre dijo que se llamaba Don Diego de Miranda y que era un hombre rico que pasaba el tiempo entreteniéndose con buenas obras. Cuando Don Quijote le preguntó por su familia, el hombre le contestó que no estaba muy contento porque su hijo, que acababa de volver de estudiar Derecho en la Universidad de Salamanca, no quería seguir estudiando Derecho porque estaba absorto en la poesía. Don Quijote, al oír esto, le dijo que un padre nunca debe defraudar los deseos de su hijo y que no había nada malo en la poesía. Entonces Don Quijote empezó a elogiar la poesía de un modo que le hizo ver que Don Quijote tenía sentido común.

Al cabo de un rato vieron acercarse por el camino un carro con muchos pendones reales, y cuando don Quijote lo vio supo que le esperaba una nueva aventura.

Capítulo 17

Cuando Don Quijote vio este extraño carruaje llamó a Sancho, que puso en la cesta de Don Quijote un poco de queso que acababa de comprar a los pastores, cuando se lo puso y el queso empezó a derretirse, a Don Quijote se le empezó a llenar la cara de queso derretido y pensó que se le derretía el cerebro o que sudaba de forma impresionante, cuando sacó la cesta y se dio cuenta de esto le echó la culpa al encantador.

Don Quijote preguntó al hombre que llevaba el carro qué mercancías eran, y el hombre le dijo que eran dos leones que llevaba al rey como regalo del general Orán. También les pidió que se apartaran, pues los leones estaban muy hambrientos. Don Quijote ordenó al hombre del carro que abriera la jaula, que iba a enfrentarse a los leones porque no les tenía miedo. El hombre del carro aceptó, pero pidió tiempo para que él y sus compañeros se apartaran. Cuando el leonero abrió las puertas de la jaula al león, éste se dio la vuelta y, al no ver nada de interés, volvió a tumbarse en su jaula, ignorando por completo a Don Quijote.

Don Quijote pidió al leonero que sacara a los leones, pero al negarse éste, le dijo al hombre del carro que contara en todas partes la hazaña de Don Quijote y que a partir de ahora pensaba llamarse el Caballero de los Leones.

En este momento pensó don Diego cómo era posible que don Quijote estuviera loco en sus acciones y en su conducta, mientras que cuando hablaba parecía el hombre más cuerdo del mundo. En este punto Don Quijote empezó a hablar de las diferencias entre los caballeros y el ejército del caballero andante.

Capítulo 18

A mediodía llegaron Don Quijote, Sancho y Don Diego a casa de este último, donde se hospedarían unos días. Don Diego dijo a su hijo Lorenzo que juzgara por sí mismo la locura de Don Quijote. Don Quijote comenzó a conversar con Don Lorenzo, hablaba de los caballeros de una manera que dejaba a todos los que le oían con la boca abierta. Don Lorenzo llegó a la conclusión de que Don Quijote estaba loco, pero había muchos momentos de completa cordura en sus comentarios.

Al cabo de un rato, Don Quijote empezó a hablar con Don Lorenzo de poesía y le pidió que le leyera algunos de sus poemas, y después de leérselos, Don Quijote dijo que era un gran poeta.

Al cabo de unos días, Don Quijote decidió marcharse, pues decía que un caballero no puede pasar demasiado tiempo sin aventuras.

Cuando se fue, Sancho se sintió muy triste, pues todos los días vivía en la abundancia en casa de don Diego.

Capítulo 19

En el camino se encontraron con dos estudiantes que, tras hablar un rato, invitaron a Don Quijote a asistir a la boda de Camacho con una labradora a la que llamaban Quitería, la Bella. Los estudiantes le dijeron que sería una boda muy fastuosa y que todos esperaban la reacción de Basilio, el joven que estaba enamorado de Quiteria, y que ella le correspondía, pero que su padre no les permitiría casarse porque Basilio tenía pocas posesiones materiales.

Por el camino, los dos estudiantes empiezan a discutir sobre el arte o la fuerza de la lucha con espada y la esgrima. Tras un largo enfrentamiento se demostró que el arte prevalecía sobre la fuerza.

Cuando llegaron al lugar donde iban a celebrarse las bodas, oyeron el sonido de muchos instrumentos, por lo que Don Quijote se negó a entrar, y pasaron la noche al aire libre, como era costumbre entre los caballeros, decisión que Sancho no tomó demasiado bien.

Capítulo 20

Al amanecer, cuando Don Quijote vio a su escudero durmiendo, empezó a especular sobre el sueño de su criado.

Más tarde, Sancho se despertó con el olor de los manjares que se preparaban para la boda de Camacho. Sancho, al ver estos platos, se acercó al cocinero y le preguntó cortésmente si podía comer un poco, el cocinero le dijo que podía comer todo lo que quisiera, pues tenía pleno permiso para comer.

Mientras Sancho comía, Don Quijote se entretuvo bailando y danzando, lo que, como la noche anterior, animó el lugar.

Hasta que empezaron las bodas, Don Quijote y Sancho siguieron hablando de la muerte.

Capítulo 21

Cuando llegaron los novios, Don Quijote dijo que nunca había visto una mujer tan hermosa como Quiteria, sin contar a Dulcinea, claro.

Poco después apareció Basilio, diciendo que si Quitería no podía casarse con él por haber dado su palabra a Camacho, se mataría, y sacó su espada de un palo y se la clavó. Cuando el sacerdote se le acercó para darle su bendición, Basilio dijo que no quería una bendición, sino que quería que Quiteria se casara con él in articulo mortis . El cura, Quiteria y Camacho aceptaron, pero en cuanto se casaron, Basilio se levantó diciendo que no le dolía, pero que era un truco. Cuando los presentes se dieron cuenta, quisieron anular la boda, pero Quitería dijo que no, que la boda era válida.

Después de esto Quitería, Basilio, sus amigos, Sancho y Don Quijote se fueron a la aldea como si nada hubiera pasado.

Capítulo 22

A Don Quijote se le alababa por proteger enérgicamente a los novios recién casados durante los momentos críticos de su boda. Don Quijote pasó tres días en casa de Basilio.

Durante su estancia, Basilio le aconsejó que se enriqueciera con puros negocios. También le habló de la pobreza, la honradez y la belleza de las mujeres.

Cuando Don Quijote se dispuso a partir, pidió a uno de los estudiantes que le habían acompañado a las bodas que le buscara un guía para ir a la Cueva de Montesinos. Acabó acompañado por el primo del estudiante, que también había leído libros de caballería.

El estudiante insinuó que era un humanista que se preocupaba por saber cosas inútiles y que estaba preparando tres libros, lo que produjo unas cuantas bromas por parte de Sancho. Pasaron la noche en la aldea, donde Don Quijote compró cien brazas de cuerda para bajarla a la cueva de Montesinos.

A las dos de la tarde llegaron a la cueva de Montesinos; el estudiante y Sancho ataron fuertemente a don Quijote para que no soltase las manos, y comenzaron a bajarle. Al descender a la entrada de la cueva, Don Quijote cortó la maleza que la cubría y entró en ella. Cuando el estudiante y Sancho se quedaron sin cuerda, esperaron un rato y empezaron a tirar de Don Quijote hacia arriba. Sólo a las ochenta brazas de cuerda empezaron a sentir su pesadez, y cuando a las diez brazas vieron a Don Quijote, se tranquilizaron, sólo que Don Quijote estaba dormido. Cuando despertó, empezó a contar algunas historias que decía que le habían sucedido, y que Sancho no acababa de creerse.

Capítulo 23

En este capítulo Don Quijote relata su encuentro con Montesinos.

Don Quijote le contó que en la cueva había visto al primo y amigo de Montesinos, Durandarte, que yace en carne y hueso en una tumba de mármol gracias a los encantos del mago Merlín. Dijo que Belerma, la dama de Durandarte, también había sido hechizada allí; su escudero, Guadiana, se había convertido en un río, y muchos otros amigos y parientes de Durandarte se habían convertido en lagunas.

Sancho no daba crédito a lo que oía, pero no pudo contener la risa cuando don Quijote dijo que había visto a Dulcinea y a las dos damas que la acompañaban, y que le habían pedido seis reales a cambio de un pañuelo de algodón. Don Quijote le dijo a Sancho que su incredulidad se debía a su falta de experiencia en este mundo, pero que un día le demostraría que todo era verdad.

Capítulo 24

Al salir de la cueva de Montesinos se encontraron con un hombre cargado de lanzas, que les dijo que si Don Quijote estaba interesado en su suerte se lo contaría más adelante en la posada.

De camino a la posada, Don Quijote empezó a hablar de los caballeros viejos, a los que al final trataron mal y como si no sirvieran para nada.

Al anochecer llegaron a la venta, y esta vez, lo creas o no, Don Quijote admitió estar en la venta y no en el castillo.

Capítulo 25

Una vez que llegaron a la venta, Don Quijote no se detuvo hasta encontrar al hombre que habían visto antes, pues estaba impaciente por que le contara la historia de por qué llevaba el arma. Cuando lo encontró, empezó a contarle la siguiente historia: un día, en el pueblo donde vivía, había perdido a su burro, y junto con un amigo fueron a buscarlo entre los matorrales, donde decían que lo habían visto por última vez. En la montaña, para atraer la atención del asno, los dos hombres empezaron a balar por separado. Momentos después descubrieron que al burro se lo habían comido los lobos, pero se quedaron con la anécdota de que balaban tan bien que varias veces confundieron su propio balido con el del burro. A partir de aquel día, la anécdota se hizo tan conocida en los pueblos de la zona que, cada vez que alguien veía a un aldeano de aquel pueblo, se burlaba de él. Por eso este hombre había llevado armas a su aldea con tanta urgencia, porque las necesitaba para luchar contra todos los que se burlaban de sus conciudadanos.

En ese momento entró en la posada un hombre que se hacía llamar Maes Pedro y explicó que era un titiritero que representaba diversas historias en su pequeño escenario, y que su repertorio incluía también un mono que podía adivinar todo el pasado y el presente.

Maese Pedro adivinó que era Don Quijote y explicó a todos lo que la mujer de Sancho estaba haciendo en aquel momento y también explicó que lo que Don Quijote había visto en la cueva de Montesinos era verdad a medias. Tras estas explicaciones, quiso montar un espectáculo en honor de Don Quijote.

Capítulo 26

Maese Pedro representó la historia en la que Don Guyferos liberó a su esposa Melisendra, que estaba cautiva de los moros en Sansuen.

Durante la representación de Maes Pedro, Don Quijote intervenía constantemente, explicando lo que ocurría en la obra como si fuera pura realidad. Don Quijote, en otro arrebato de locura, desenvainó su espada y destruyó todos los muñecos de Maes Pedro porque eran moros que perseguían a los «buenos» de la obra y Don Quijote, como buen caballero, quería ayudarles a escapar. Don Quijote, cuando vio lo que había hecho, culpó de su error a los magos que le habían engañado.

A la mañana siguiente Maese Pedro salió muy temprano, pues no quería enfrentarse a Don Quijote por si hacía otra de sus travesuras.

Capítulo 27

En realidad Maes Pedro era Gines de Pasamonte, uno de los galeotes que Don Quijote había liberado en aventuras anteriores. Ginés se hizo titiritero y se ganaba la vida recorriendo los pueblos, pero antes de entrar en cada pueblo se informaba de los acontecimientos recientes y así fingía ser adivino. Antes de entrar en la posada, reconoció a Don Quijote y pudo así ganarse la confianza de los presentes.

Cuando Don Quijote salió de la posada fue recibido por un destacamento de barberos, que se habían armado en busca de sus burlas. Don Quijote, para evitar una tonta batalla, dijo a los burlones que sólo había cuatro razones en este mundo por las que un hombre debía tomar las armas para luchar, y las nombró: en defensa de la fe católica; en defensa de su propia vida; en defensa de la honra, la familia y la hacienda; o en servicio de su rey.

Ya estaban plenamente persuadidos de deponer las armas cuando Sancho les dijo que tampoco se enfadaran tanto por el balido, pues cuando él era pequeño balaba tan bien que todos los burros de su aldea le respondían. Entonces Sancho ladró fuertemente, y uno de los aldeanos, sintiendo que se reían de él, le arrastró del asno y empezó a apedrear a Sancho y a don Quijote, que acudieron en su ayuda. Después de que Sancho y Don Quijote fueran apedreados, huyeron de los aldeanos que los regañaban.

Capítulo 28

Cuando Don Quijote y Sancho se dieron cuenta de que no les seguían, se detuvieron, y Don Quijote reprendió a Sancho por patalear, pues estaba claro que eso les enfadaría. Sancho, a su vez, reprendió a Don Quijote por alejarse, ya que nunca había visto a un caballero dejar a su escudero para ver cómo lo vencían. Don Quijote replicó que en la historia muchos otros caballeros habían esperado su momento para atacar mientras su escudero luchaba contra la multitud.

Continuaron su viaje y más tarde se detuvieron a pasar la noche en la alameda. Por el camino, Sancho le dijo a Don Quijote que más le valía volver a casa, pues, además de no ganar nada, las deudas que Don Quijote tenía consigo mismo empezaban a no pagarse nunca. Don Quijote, al oír esto, empezó a insultar a Sancho, diciéndole que era un burro y que no podía hacer nada al respecto, en opinión de Don Quijote lo único que debía hacer Sancho era admitir lo bestia que era. Sancho, al oír esto, rompió a llorar, admitiendo que era un burro sin remedio.

Entraron en la alameda y pasaron allí la noche. Al día siguiente emprendieron el camino hacia Zaragoza.

Capítulo 29

Dos días después llegaron a la orilla del río Ebro, donde don Quijote vio una barca sin remos ni velas amarrada a la orilla. Don Quijote pensó que se trataba de una nueva aventura y que debía subir a la barca e ir a rescatar al caballero. Aunque Sancho le advirtió que la barca pertenecía a unos pescadores, Don Quijote no le hizo caso y ambos subieron a la barca.

La corriente los llevó hasta unos grandes molinos en medio del río. Los molineros, viendo que don Quijote y Sancho trepaban por las ruedas de los molinos, los sacaron de la barca con palos, y luego los molineros siguieron a don Quijote y a Sancho para evitar que se ahogaran.

Los molineros pidieron entonces a Don Quijote que les pagara los daños; Don Quijote dijo que lo haría a condición de que liberaran al caballero que tenían cautivo. Los molineros, al no entenderle, pidieron dinero a Sancho, y éste se lo dio sin rechistar.

Don Quijote y Sancho, viendo que esta aventura estaba destinada a otros caballeros, abandonaron el lugar y volvieron por el camino de Zaragoza.

Capítulo 30

Después de esto se alejaron del río, cada uno de ellos pensando en algo distinto, Don Quijote por supuesto pensando en Dulcinea.

Al día siguiente de esta aventura, al partir don Quijote y Sancho, se encontraron con la Duquesa y el Duque, a quienes don Quijote manifestó su deseo e intención de servir en lo que necesitase. La Duquesa y el Duque reconocieron a Don Quijote, ya que habían leído anteriormente la primera parte de Don Quijote.

Don Quijote y Sancho acompañaron a los Duques a su castillo, pues ambos Duques eran lectores de libros de caballería y querían pasar unos días con Don Quijote.

Capítulo 31

Antes de que Don Quijote llegara a la posada, los duques se adelantaron para explicar a los criados cómo debían tratar a Don Quijote. En cuanto Don Quijote llegó a la casa del Duque, se dio cuenta de que, en efecto, era un caballero famoso, pues todos en la posada le trataron con total caballerosidad, aunque Don Quijote no se dio cuenta de que, en realidad, le estaban llevando de paseo.

Cuando las doncellas hubieron despojado a don Quijote de su armadura, se fueron todas a comer. En ese momento se produjo una cortés discusión entre el Duque y Don Quijote sobre quién debía presidir la mesa. Al final fue Don Quijote quien presidió la mesa. En ese momento Sancho contó una historia en la que avergonzaba a Don Quijote por presidir la mesa. Para no avergonzar a Don Quijote, la Duquesa se vio obligada a preguntarle por Dulcinea.

En ese momento, el cura que acompañaba al Duque, Don Quijote y Sancho se dio cuenta de quién era el que estaba sentado a la mesa junto a ellos y empezó a insultar a Don Quijote, diciéndole que estaba loco y que tenía la cabeza llena de tonterías y disparates, y le dijo que más le valía irse a casa y dejar de hacer el ridículo.

Capítulo 32

Don Quijote, viéndose insultado por el cura, le contradijo haciendo un discurso en defensa de la caballería, que fue tan bueno que Sancho se conmovió y dio muestras de que le gustaba escuchar a don Quijote.

Tras este discurso, el cura preguntó a Sancho si era realmente Sancho Panza, y Sancho respondió con una retahíla de expresiones características de su personalidad. En aquel momento el duque dijo a Sancho que le daría la administración de la ínsula que don Quijote le había prometido. Sancho, al oírlo, deliró de alegría. El cura, a su vez, criticó el hecho de que el Duque y la Duquesa, que debían estar en su sano juicio, hubieran permitido que Sancho y Don Quijote se volvieran locos y no hubieran hecho nada para impedirlo, y el cura añadió que se quedaría allí hasta que Don Quijote y Sancho se hubieran ido.

Después de cenar aparecieron unas criadas y empezaron a lavar la cara a don Quijote, que decidió que ésa era la costumbre del lugar. Al cabo de un rato, las doncellas que le lavaban la cara fingieron que se habían quedado sin agua, completando así la primera broma que le habían gastado a Don Quijote. Al verlo, los duques se rieron a carcajadas, pero para que el caballero no entendiera la broma, también se lavaron la cara.

Entonces Don Quijote y la Duquesa se marcharon, y ésta le preguntó a Don Quijote si Dulcinea existía realmente o si era producto de su imaginación. Don Quijote le dijo que no valía la pena hablar de si Dulcinea existía o no, pero que ella estaba dentro de él, y eso era suficiente. También explicó que si Sancho había visto a Dulcinea mal vestida, se debía a los hechiceros que, habiendo fracasado en su intento de dañar a Don Quijote, habían intentado hacerlo con la ayuda de Dulcinea.

Capítulo 33

Mientras Don Quijote se acostaba, la Duquesa y sus criadas se quedaron hablando con Sancho, quien les dijo que nunca había visto a Dulcinea y que había mentido a su amo al decirle que aquellas tres campesinas habían sido hechizadas y que una de ellas era Dulcinea.

Entonces la Duquesa decidió engañar también a Sancho y le dijo que lo que le había contado a Don Quijote no era mentira, sino verdad, y que no se lo había inventado. Sancho creía todo lo que la Duquesa le decía, porque no podía imaginar que alguien como la Duquesa pudiera querer burlarse de él.

Tras hablar con Sancho, la Duquesa acordó con el Duque que iban a gastarles la mayor broma que jamás les habían gastado con Sancho y Don Quijote.

Capítulo 34

Más o menos un día después, el duque y la duquesa llevaron a Don Quijote de caza y, al cabo de unas horas, cuando oscureció, montaron sus tiendas alrededor del fuego para pasar la noche. Al cabo de un rato notaron que se acercaba una procesión de carros. El personaje de uno de los primeros vagones era, según decían, un demonio, que había venido bajo el nombre de Motesinos y estaba a punto de revelarle el modo de desentrañar a Dulcinea.

Capítulo 35

En el último vagón apareció una extraña ninfa con el rostro desgarrado, que decía ser Merlín, el hechicero, quien se conmovió al ver a Dulcinea transformada en la plebeya del pueblo, y decidió que la única y exclusiva forma de que Dulcinea recuperara su antigua belleza era que Sancho se diera tres mil trescientos azotes en las nalgas.

Sancho, al oírlo, le dijo a Don Quijote que no tenía intención de devolver a Dulcinea a su estado natural y, además, le dijo que si Don Quijote deseaba tanto volver a ver a Dulcinea que se azotara a sí mismo y no se lo pidiera a Sancho, pues él no era culpable.

En ese momento intervino el duque y le dijo que si no accedía a flagelarse, no le daría el control de la isla, pues resultaría ser un gobernante muy duro. Sancho, al oír esto, accedió con la condición de que él decidiría por sí mismo cuándo azotarse y que no debían hacerle sangrar, y también dijo que nadie debía decírselo y que tendrían que confiar en sus palabras.

Capítulo 36

Al día siguiente, Sancho empezó a explicar a la Duquesa que ya se había dado unos cuantos azotes en la espalda, pues no creía que mereciera la pena azotarse a sí mismo para que otros fueran recompensados. La Duquesa, al oír esto, le dijo a Sancho que buscara otra forma de azotarse, pues los azotes en la espalda no servían para nada.

Sancho mostró a la duquesa la carta que tenía intención de enviar a su mujer, en la que le informaba de que se iba a marchar a correr la ínsula que el duque le había prometido, y que lo único que hacía la duquesa era besarle la mano, y que ella hiciera lo mismo. También le dijo a su mujer que estaba deseando ir a dirigir la isla para ver si conseguía algo de dinero. Al oírlo, la Duquesa le replicó que era un poco avaricioso y que un buen gobernante no debía serlo.

Luego fueron al jardín a comer, y mientras comían vieron acercarse a un hombre que se identificó como Trifaldin, el escudero de la condesa de Trifaldi, que en realidad era el mayordomo del duque que se había hecho pasar por Merlín varios capítulos antes. Este personaje dijo que la condesa Trifaldi estaba esperando fuera y quería hablar con Don Quijote porque le necesitaba para la caballería. Don Quijote y el Duque accedieron a dejarle entrar y esperaron a que llegara.

Capítulo 37

Mientras todos esperaban la aparición de la Condesa Trifaldi, se entabló una conversación entre Sancho, la dueña Doña Rodríguez y la Duquesa, en la que cada uno expresó su opinión sobre si las mujeres de este tipo tienen alguna función en este mundo, o si se limitan a adornarse y ocupar una posición en la sociedad que luego no sirve para nada y lo único que hacen es gastar dinero público para su manutención.

Capítulo 38

Cuando apareció Trifaldi, precedido por doce doncellas, preguntó si estaban Don Quijote de la Mancha y su escudero Sancho Panza. Cuando Don Quijote y Sancho aparecieron ante ella, comenzó a contarles su historia con voz ronca y poco femenina.

Ayudó a la princesa Antonomasia, hija y heredera del rey Archipiélago y de la reina Maguncia de Candia, a conquistar el amor de un caballero llamado Don Clavijo. Por su intención, Antonomasia se entregó a Don Clavijo, y tenían intención de casarse.

Capítulo 39

Cuando la madre de Antonomasia se enteró de que su hija se había casado con un hombre de nacimiento inferior al suyo, se enfureció tanto que murió tres días después. Un día después de su muerte, el gigante Malambruno, primo hermano de la madre de Antonomasia, apareció montado en un caballo de madera y, para vengar la muerte de su primo, convirtió a Antonomasia y a Don Clavijo en estatuas de diversos metales. Y para completar la venganza, hizo que todas las damas de compañía del palacio se dejaran crecer la barba para vengar la intercesión de Trifaldi.

En cuanto hubo dicho esto, y para que los presentes lo creyeran, abrieron sus rostros y mostraron que todos tenían barbas bastante considerables.

Capítulo 40

Después de contarle esta historia a Don Quijote, le pidió finalmente que por favor fuera a luchar contra Malambruno, pues éste le dijo que sólo le quitaría el hechizo si Don Quijote iba a luchar contra él. Cuando Don Quijote accedió, Trifaldi le dijo que Malambruno había dicho que enviaría un caballo de madera llamado Clavileno que llevaría a Sancho y a Don Quijote hasta donde él estaba, que era a 3.220 leguas de altura y en línea recta sobre Clavileno.

Capítulo 41

Al anochecer condujeron a Don Quijote y a Sancho a un caballo y les dijeron que debían taparse los ojos, porque la altura que iban a subir era muy elevada y podían marearse. Don Quijote y Sancho aceptaron e inmediatamente les dijeron que para activar el caballo tenían que mover la clavija del cuello del caballo. Y para bajar del caballo cuando llegaran, tendrían que esperar a que relinchara.

Cuando Don Quijote apretó la clavija, todos los allí presentes se despidieron como si realmente se estuvieran moviendo, imitando incluso el calor de la altura y el movimiento del viento. Al cabo de un rato, los presentes encendieron la cola de Clavileno, que, llena de proyectiles, salió disparada por los aires, tirando al suelo a Don Quijote y a Sancho. Cuando se levantaron, vieron que no se habían movido y que a su alrededor estaban los mismos personajes que antes, y también se dieron cuenta de que junto a ellos había una lanza con un mensaje, que decía que Don Quijote había vencido por el simple hecho de intentarlo, y que Malambruno se alegraba de ello y había decepcionado a Trifaldi y a sus doncellas. También dijo que Dulcinea se sentiría igual de decepcionada cuando Sancho hubiera cumplido su promesa. Cuando el duque leyó la carta, felicitó calurosamente a Don Quijote por su hazaña.

Sancho le contó a la Duquesa que durante su viaje a Clavinho se había quitado el mantón y había visto lo pequeño que era el mundo y la gente desde esa altura, la Duquesa le dijo que eso era imposible, Sancho le contestó que gracias a los encantamientos nada era imposible. Luego Sancho le contó que había estado tan cerca del sol que pudo ver que era realmente muy grande, y también le dijo que se habían detenido en la constelación de las siete cabras porque Sancho era pastor de cabras y se divertía un poco con ellas.

Capítulo 42

Cuando los duques se dieron cuenta de que las bromas funcionaban y de que Don Quijote y Sancho no se habían dado cuenta de nada, decidieron continuarlas para reírse más. Más tarde, el Duque le dijo a Sancho que se preparara, porque al día siguiente irían a una ínsula donde Sancho gobernaría. Al oír esto, Don Quijote se apartó un momento con Sancho para consultarle cómo debía comportarse como gobernante de la ínsula.

Primero le aconsejó sobre el alma. Don Quijote le dice que se haga amigo de Dios, que no se avergüence de los suyos, pues si él no se avergüenza nadie se avergonzará nunca de él. También le dijo que si sus parientes venían a visitarle no debía despreciarlos, y que si enviudaba debía elegir bien a su esposa, pues a veces eran ellos quienes le ayudaban a gobernar. También le dijo que juzgara tanto al rico como al pobre, pero que prestara más atención a las lágrimas del pobre, pues son ellos los que no tienen nada en este mundo.

Capítulo 43

En este capítulo Don Quijote comienza a dar consejos a Sancho sobre el cuerpo.

Don Quijote le dice a Sancho que debe mantenerse limpio y ordenado, que no debe comer nada que le haga oler mal, que no debe comer demasiado ni demasiado deprisa, pues de lo contrario puede dar mala impresión, y también le dice que no diga tantos refranes como ha dicho siempre, pues le harán quedar muy mal.

Don Quijote acaba diciéndole que debe gobernar bien, pues la responsabilidad que le acarreará su mal gobierno recaerá también sobre él, y no quiere sentirse culpable por un mal mandato. Sancho, al oír esto, le dice a Don Quijote que, si quiere, dimitirá como gobernador, pues no quiere que su amo sufra las consecuencias de lo que pueda hacer mal. Don Quijote, al oír que Sancho está dispuesto a renunciar a su cargo de gobernador de la ínsula, para no quedar mal en cualquier momento, le dice a Sancho que merecería mil ínsulas, pues su razonamiento es sabio y acertado.

Capítulo 44

Cuando Sancho partió hacia su ínsula, se despidió de todos, subió al Rusio y partió. Con él iba un mayordomo que se hacía pasar por Trifaldi; cuando Sancho lo vio se lo contó a Don Quijote, el cual, viendo que era verdad lo que Sancho decía, se disgustó y acabó por decir que no podía ser, pues sería una gran contradicción.

Cuando Sancho se marchó, Don Quijote se quedó solo y, al darse cuenta, la Duquesa le ofreció un par de doncellas para que le sirvieran. Don Quijote las rechazó, diciendo que era un caballero andante y que no necesitaba doncellas. Cuando Don Quijote estaba a punto de acostarse, abrió la ventana y vio a la doncella Altisidora cantando un romance burlesco en el que profesaba su amor a Don Quijote.

Al oír esto, Don Quijote le dijo a Altisidora que ya tenía una dama y que nunca le sería infiel. Y a través de diversas comparaciones reafirmó su amor por Dulcinea del Toboso, su dama.

Capítulo 45

Cuando Sancho llegó a su ínsula, Barataria, fue recibido con gran afecto y cariño. Cuando lo vieron, lo llevaron a la iglesia, donde le entregaron las llaves de la ciudad y lo reconocieron como gobernante eterno.

Inmediatamente lo llevaron al tribunal, donde empezó a actuar como gobernador en los juicios que los isleños tenían ante sí.

En la primera prueba le ocurrió lo siguiente: era un caballero que pidió a un sastre que le hiciera un bonete con un tipo de tela que le había traído, pero como era tan desconfiado y temía que el sastre se quedara con un trozo de tela, le dijo que le hiciera todo lo que pudiera. Al final, el sastre dijo que podía hacerle cinco bonetes. El problema era que el sastre cosía bonetes diminutos porque el hombre quería cinco. El sastre exigió entonces al hombre el dinero que había ganado haciendo estos bonetes, y el hombre exigió al sastre el trozo de tela que le había dado. Sancho, al ver esto, decidió que ninguno de los dos obtuviera lo que pedía, pues ambos desconfiaban mucho el uno del otro.

La segunda historia era la siguiente: un hombre pidió prestados diez ducados y no quiso devolvérselos al propietario original porque éste le dijo que ya se los había devuelto. El primer hombre dio al segundo la caña que tenía en la mano y juró delante de todos que ya se la había devuelto, por lo que fue el primero en volver a por la caña. Sancho, dándose cuenta de esto, le ordenó que le diera la caña al hombre que le había dejado diez escudos, y le dijo que la caña ya se la había devuelto. La sorpresa llegó cuando el hombre rompió la caña y vio que en su interior había diez escudos.

En el tercer caso, se contó la siguiente historia: una mujer acudió a Sancho, diciendo que el hombre la había tumbado a la fuerza en medio de la carretera y no quería pagarle una indemnización. El hombre dijo que la mujer se le había ofrecido y que ya le había pagado un precio justo por el trabajo. Sancho le dijo al hombre que le diera su bolsa, que estaba llena de dinero, y cuando se marchó, la mujer le dijo que la siguiera para devolverle la bolsa. Al cabo de un rato, el hombre y la mujer volvieron, pero ambos se aferraban a la bolsa, pues la mujer no quería soltarla por nada del mundo. Sancho lo vio y le dijo a la mujer que si hacía tantos esfuerzos para protegerse como los que estaba haciendo ahora para coger la bolsa, nadie la obligaría a entrar en el campo. Los despidió y devolvió el saco de dinero al hombre.

Capítulo 46

Un día que Don Quijote salió a la calle se encontró con Altisidora y su amiga, al ver a Don Quijote, Altisidora fingió desmayarse para que Don Quijote se fijara en ella. Cuando Don Quijote la vio, le dijo a su amigo que esa noche le haría compañía para decepcionarla. Por la noche empezó a cantarle un romance a Altisidora en el que le decía que estaba enamorado de una sola mujer y que sus sentimientos no podían ser cambiados por nada ni por nadie. En el jardín estaban los duques y otras personas del castillo.

Del corredor cercano a la reja de don Quijote desengancharon una bolsa llena de gatos, los cuales, al entrar en la habitación de don Quijote, empezaron a hacer tanto ruido que parecía que en ella se estaba librando la mayor batalla jamás vista. Don Quijote pensó que la habitación estaba llena de magos y, como estaba oscuro, empezó a espantar a los gatos con la espada. Entonces uno de los gatos saltó sobre su cabeza, arañándole y mordiéndole la cara.

Capítulo 47

Era la hora de cenar en la ínsula de Sancho y los criados le llevaron a un gran palacio donde le sirvieron grandes platos de comida. Con el pequeño inconveniente de que cada vez que aparecía un plato de comida delante de él, el médico que estaba cerca ordenaba que se lo quitaran, por lo que era fácil imaginar el hambre que pasaba el pobre Sancho.

Justo cuando Sancho estaba a punto de comer algo decente, llegó una carta del Duque diciendo que había un complot contra él y que era aconsejable que no comiera nada de lo que le ofrecieran. Así que Sancho tuvo que conformarse con un racimo de uvas y un poco de pan.

Mientras Sancho comía lo poco que se le permitía, apareció un labrador y empezó a contarle su vida. Tras escucharle, Sancho le preguntó qué quería. El labrador pidió entonces a Sancho que le diera 300 ó 600 ducados para poder celebrar la boda de su hijo, y una carta para que su futuro suegro aceptara casarse con su hijo.

Al oír esto, Sancho se enfadó tanto que el médico que estaba allí prometió darle de comer para evitarle tales disgustos.

Capítulo 48

Una noche, mientras Don Quijote dormía plácidamente, oyó que alguien entraba silenciosamente en su habitación. Pensando que era Altisidora queriendo perturbar su honestidad, se incorporó en la cama. Cuando entró la señora Rodríguez, vio así a don Quijote, y ambos se asustaron mucho.

Después de este susto, la dueña empezó a decir a don Quijote que le necesitaba para sus negocios caballerescos.

La dama comenzó a contarle a Don Quijote su historia, en la que decía que tenía una hija que había sido seducida por el hijo del criado de un duque, quien había pedido a la pobre muchacha que se casara con él. También le contó a Don Quijote que antes había pedido ayuda al duque, pero que éste no le había hecho caso, porque este campesino le había prestado dinero y le había organizado todo tipo de maquinaciones.

En un momento de la conversación, la casera empezó a regañar a Altisidora y a la duquesa. Después de decir esto la dueña, las luces se apagaron de un modo extraño y Don Quijote y la dueña empezaron a recibir pellizcos y bofetadas. Tras esta peculiar batalla, ambos acosadores abandonaron la habitación, la dueña salió llorando de la habitación de Don Quijote y éste se quedó sin saber qué les había hecho el extraño encantador.

Capítulo 49

De vuelta a la isla de Sancho, hizo una ronda nocturna para ver qué clase de gente rondaba por su isla de noche y, si era posible, limpiarla de gente mala.

En esta ronda vio, en primer lugar, a un muchacho que le dijo que nadie podría hacerle dormir una sola noche en la cárcel. Cuando Sancho le preguntó si era porque dudaba de su autoridad, el muchacho le dijo que no se trataba de autoridad, sino de que pasaría toda la noche sin dormir.

Sancho vio entonces a una chica vestida de chico y le preguntó por qué iba vestida así. La muchacha contó a Sancho que se había disfrazado de chico porque su padre no le había permitido salir tras la muerte de su madre. Así que ella y su hermano decidieron disfrazarla para que pudiera salir sin que su padre se diera cuenta. Al oír esto, Sancho decidió llevarse a la muchacha a casa.

Después de aquella noche, Sancho siguió demostrando a todos los isleños su gran sabiduría y prudencia.

Capítulo 50

Volviendo a la casa de los Duques, se nos dice que los «hechiceros» que golpearon a Don Quijote y a la dueña Rodríguez eran en realidad la Duquesa y Altisidora, que escucharon todo lo que la dueña dijo de ellos y decidieron golpear a Don Quijote y a la dueña en represalia.

Continuando con las bromas de los duques, decidieron enviar una carta a Teresa Panza contándole las hazañas de Sancho y enviándole algunos regalos. Cuando Teresa Panza leyó la carta, se maravilló de todo lo que había conseguido su marido y fue rápidamente a contárselo a todo el mundo. Cuando el cura y Sansón se enteraron de que Sancho se había convertido en gobernador de la ínsula, se quedaron atónitos y asombrados de lo que le ocurría a Sancho.

Teresa Panza decidió enviar una carta a Sancho a través del padre y otra a la duquesa, agradeciéndole todo lo que hacía por Sancho.

Capítulo 51

De vuelta a la ínsula de Sancho, éste retomó sus funciones de juez.

Se le presentó un caso en el que se contaba lo siguiente. Era un trozo de tierra dividido por un río; el río estaba cruzado por un puente, al final del puente había una horca y una casa en la que se juzgaba a todo transeúnte, de modo que todo el que mintiera al preguntarle adónde iba sería ahorcado. Normalmente todos decían la verdad, pero un día se les acercó un hombre y les dijo que sólo iba a morir en la horca. Pero los jueces no sabían qué hacer, porque si lo ahorcaban el hombre diría la verdad y no merecería morir, pero si lo dejaban libre el hombre decía una mentira y merecía ser colgado en la horca.

Sancho, tras cuidadosa deliberación, recordó algo que le había dicho Don Quijote, que decía que cuando la ley estuviese en duda, debía ponerse del lado de la pobreza y la humildad. Entonces Sancho les dijo que soltaran al hombre.

Pocos días después, Sancho recibió una carta de Don Quijote en la que le daba nuevos consejos sobre la gestión de la ínsula. Pronto Sancho volvió a escribir, relatando el problema que había tenido con el médico y la comida.

Capítulo 52

En casa del Duque y la Duquesa, Don Quijote le dijo al Duque que iba tras el labrador que había engañado a la hija de la casera, y que iba a matarlo si no cumplía su palabra. El duque dijo a Don Quijote que entregaría el mensaje al peón del granjero y le ordenaría que fuera al castillo para que la citación tuviera lugar allí.

Pocos días después llegaron de vuelta las cartas de Teresa Panza a la duquesa y a su marido. En la carta, la duquesa le informaba de lo contenta que estaba de que Sancho se hubiera convertido en gobernador, de lo mucho que deseaba visitar la isla de Sancho y le pedía que siguiera escribiéndole, contándole cómo progresaba la administración de Sancho.

En una carta a Sancho, que Don Quijote abrió, relataba lo mismo y algunas otras intimidades, así como lo bien que se lo estaba pasando Sancho.

Capítulo 53

Era de noche en la ínsula de Sancho cuando le despertaron y le dijeron que se armara porque iban a invadir la ínsula. Sancho, alarmado, se dejó armar con dos grandes escudos, uno por delante y otro por detrás, entre los que alcanzó la cabeza, las piernas y los brazos. También le dieron una lanza para defenderse e ir a la batalla.

Una vez en la lucha, Sancho cayó al suelo al poco de salir y se quedó tumbado sin poder moverse. Los que imitaban la batalla apagaron sus antorchas para que Sancho no los reconociera, y empezaron a dar vueltas alrededor de Sancho una y otra vez.

Después de esto, los burladores levantaron a Sancho y empezaron a felicitarle por la gran batalla. Cuando Sancho oyó esto, se desmayó de cansancio y susto y se quedó dormido.

Al dia siguiente Sancho hizo rucio y decidio marcharse, todos los presentes decidieron persuadirle para que se quedara, pero Sancho dijo que el no habia nacido para ser gobernador y que dejaba el gobierno tan pobre como habia entrado en el.

Capítulo 54

El duque y la duquesa sabían que el granjero había abandonado sus tierras para no tener que aliarse con la señora Rodríguez. Por lo tanto, para que el desafío pudiera tener lugar, enviaron a un criado para que ocupara el lugar del granjero y le dieron instrucciones específicas.

Mientras tanto, Don Quijote estaba exultante, pues por fin podría demostrar a los Duques cuánto valor tenía.

Mientras tanto, Sancho regresó a casa de los Duques para unirse a Don Quijote en sus aventuras. En su camino se encontró con algunos peregrinos, entre ellos un amigo suyo que vivía en la aldea de donde era Sancho. Él y el amigo de Sancho pasaron un rato hablando del destierro que había provocado la salida de España del amigo de Sancho, que era moro. El amigo de Sancho le dijo que había vuelto a España porque había regresado para buscar el tesoro que había dejado escondido. Preguntó a Sancho si quería ayudarle, pero Sancho se negó, por lo que se separaron y cada uno siguió su camino.

Capítulo 55

Cuando Sancho regresaba a casa del duque y la duquesa, se había hecho de noche, y al tratar de encontrar un lugar donde descansar, cayó en un hoyo muy profundo del que no pudo salir sin ayuda. Pasó la noche quejándose y a la mañana siguiente vio que había un pasadizo en una de las paredes del agujero por el que trepó. Al final del camino vio que había luz y que había una salida, pero también estaba muy alto.

Sancho empezó a gritar para ver si alguien le oía. Al cabo de un rato se dio cuenta de que Don Quijote estaba allí arriba, y para convencerle tuvo que contarle todo lo que le había ocurrido en la isla y por qué ahora estaba en el fondo del pozo.

Al cabo de un rato volvió Don Quijote con mucha gente con cuerdas para sacar a Sancho y al burro del pozo.

Cuando Sancho salió de la fosa, contó a los duques todo lo que había sucedido, y ellos prometieron darle una ínsula menos problemática y más pacífica para que la gobernara en el futuro.

Capítulo 56

Pocos días después estalló una batalla entre Don Quijote y Tosilos, el que había desplazado al labrador. Tosilos debía derrotar a Don Quijote sin herirle, pero cuando éste vio a la hija de la dueña, se enamoró de ella y decidió rendirse. Cuando se quitó la máscara, todos se dieron cuenta de que no era un granjero y la hija del terrateniente dijo que quería casarse con él porque prefería al lacayo que la amaba al granjero que se burlaba de ella. Don Quijote aclaró la situación diciendo que, en realidad, el labrador estaba embrujado.

El Duque, al ver que su plan no funcionaba, decidió encerrar a Tosilos en una mazmorra para ver si se decepcionaba y, si no, todos verían que era un impostor.

Después de tantas pequeñas aventuras en casa del Duque, Don Quijote y Sancho deciden marcharse una mañana, habiendo obtenido el permiso del Duque, como hacen todos los buenos caballeros.

Capítulo 57

Finalmente, como despedida de Don Quijote, Altisidora le dedicó un romance en el que, burlándose de él, le contaba lo enamorada que estaba de él y cómo se marchaba sin darle una sola gota de cariño, amor o afecto.

Finalmente, Don Quijote y Sancho se despidieron de los duques y de todos los presentes y partieron en busca de nuevas aventuras en Zaragoza.

Capítulo 58

De camino a Zaragoza, Don Quijote y Sancho retomaron sus antiguas conversaciones y se contaron lo que habían hecho en los días que habían estado separados.

Pronto Don Quijote y Sancho conocieron su primera aventura, después de descansar.

Encontraron a unos campesinos descansando en un campo. Junto a ellos yacía algo cubierto con sábanas. Cuando Don Quijote lo vio, se preguntó qué era, y los obreros le dijeron alegremente que eran imágenes de santos que llevaban a la iglesia que estaban construyendo. Cuando Don Quijote se enteró de que todas estas imágenes eran santos caballeros, empezó a contar la historia de cada uno.

Después de esto Sancho y Don Quijote emprendieron su viaje. Don Quijote pensó que esta pequeña aventura era una buena señal y Sancho pensó que era la aventura más fácil que habían tenido hasta entonces.

Después de estos pequeños comentarios, Don Quijote y Sancho empezaron a hablar sobre el amor y Altisidora – Sancho dijo que no entendía cómo Altisidora podía enamorarse de Don Quijote, ya que no veía en Don Quijote un argumento suficiente para enamorar a la dama. Al oír esto, Don Quijote dijo que a veces la única razón para enamorarse es no asustarse, y que él no asustaba a nadie, y que además tenía muy buenas virtudes morales.

Continuando su camino hacia Zaragoza, Don Quijote y Sancho se encontraron con una manada de ganado que se les echó encima y los derribó de sus caballos. Don Quijote y Sancho habían sido advertidos de antemano por los hombres que perseguían al rebaño, pero no hicieron caso de sus advertencias.

Capítulo 59

Siguiendo su camino, Don Quijote y Sancho se detuvieron para coger algo de comida, pero Don Quijote empezó a decir que pensaba morirse de hambre, pues estaba completamente absorto en sus pensamientos. También pidió a Sancho que se diera unos azotes para poder encantar a Dulcinea, pero Sancho dijo que no iba a hacerlo, pues azotarse a sí mismo era demasiado doloroso.

Cuando llegaron a la posada más cercana, encontraron a varios caballeros hablando de la segunda parte del Quijote que había salido.

Cuando Don Quijote leyó parte del libro, quedó impresionado por lo malo que era y por la cantidad de mentiras que contenía. También decidieron no ir a Zaragoza porque, si lo que decían los caballeros era cierto, el libro estaba envuelto en escaramuzas en la ciudad. Don Quijote también dejó dicho a los caballeros que contasen y publicasen la falsedad del libro, y así se fueron. Después de oír todo lo que Don Quijote había dicho, estos caballeros quedaron completamente asombrados y se dieron cuenta de que realmente eran Don Quijote y Sancho.

Capítulo 60

Pocos días después, cuando Don Quijote y Sancho descansaban en el bosque, Don Quijote cogió las correas de Rocinante y, con la intención de azotar a Sancho y contribuir así al desengaño de Dulcinea, se abalanzó sobre él. Sancho, al ver la reacción de Don Quijote, lo contuvo hasta que juró que Sancho podría azotarse a sí mismo cuando y como quisiera.

Sancho, por precaución, se alejó de Don Quijote y encontró a varios forajidos colgados de varios árboles. Esto demostró que estaban cerca de Barcelona, pues ése era el castigo para los bandidos capturados.

Por la mañana, Don Quijote y Sancho se vieron súbitamente rodeados de bandidos, cuyo cabecilla se hacía llamar Roque Guinart. El bandido se alegró de conocer a Don Quijote, pues había oído hablar mucho de él y estaba ansioso por conocerlo.

Al cabo de un tiempo se les acercó una chica que era hija de un amigo de Roque y le pidió que la enviara a Francia para proteger a su padre en su ausencia. Tras ser preguntada por el motivo de esta huida, la chica contó la siguiente historia de celos. Vincent, hijo de su padre y el mayor enemigo de Roque, le había dado su palabra de casarse con él, pero cuando descubrió que ya estaba casado, lo mató. Tras su muerte, se enteró de que en realidad no estaba casado, por lo que su muerte fue muy tonta y el resultado de sus celos.

Los bandidos llevaron entonces ante Roque a varias personas, a las que sólo robó parte de su dinero, ya que no necesitaba más. Uno de sus hombres, al ver esto, dijo que Roque debía de ser un samaritano y no un bandido. Roque, al oír esto, mató a su hombre y liberó a Don Quijote y a Sancho para que continuaran su viaje a Barcelona.

Capítulo 61

Pocos días después, Don Quijote y Sancho llegaron al lugar desde el que habían visto por primera vez el mar, que describieron como el mejor que habían visto en su vida.

Al cabo de un rato se les acercaron unos caballeros que invitaron a Don Quijote a su casa. El hombre se llamaba Antonio Moreno, se describió como amigo de Roque Guinart e invitó a Don Quijote a pasar unos días en su casa de la ciudad.

Capítulo 62

Don Quijote y Sancho pasaron unos días en casa de don Antonio. El primer día, después de cenar, don Antonio les mostró un busto que, según dijo, respondía a todas las preguntas, pero aquel día no pudo hablar, pues no tenía costumbre de hablar los viernes.

Después, Don Quijote, Sancho y Don Antonio salieron a pasear y, sin que Don Quijote lo supiera, le colgaron un cartel en la espalda que decía: «Éste es Don Quijote de la Mancha». Cuando Don Quijote vio que todos le conocían, se puso muy contento, pues esto demostraba que era un hombre conocido por sus aventuras.

Por la noche, en una fiesta a la que asistían dos muchachas, sacaron a bailar a Don Quijote, y éste, después de un rato, terminó diciendo a las muchachas que le dejaran en paz, diciendo que la única mujer para él era Dulcinea del Toboso. Cuando Sancho vio a Don Quijote, lo metió en la cama para que descansara después de tan agitado baile.

Al día siguiente, Don Quijote y sus amigos fueron a la sala del busto para hacerle preguntas. Lo que no sabían era que el busto podía hablar, porque tenía un tubo conectado a él, a través del cual llegaba la voz del sobrino de Antonio, que, sabiendo quién estaba cerca del busto, contestaba al azar.

Las preguntas que le hicieron fueron fáciles de responder, pues cuando Sancho le preguntó si volvería a gobernar el busto, él respondió que gobernaría en su casa y que dejaría de ser escudero cuando dejara a su amo. Al cabo de unos días, Don Antonio tuvo que renunciar a la broma o la Inquisición le castigaría.

Pocos días después, Don Quijote visitó la imprenta y vio que se estaba corrigiendo el libro de Avellaneda, que volvió a criticar, diciendo que era totalmente falso.

Capítulo 63

Al día siguiente, Don Quijote y Sancho fueron a visitar las galeras, donde vieron cómo se trataba a los esclavos en las galeras. Don Quijote y Sancho pudieron presenciar una persecución en la que fue capturado un bergantín de corsarios procedentes de Argelia. Tras capturar este barco, decidieron ahorcar al capitán, pero al ver que se trataba de una mujer, decidieron darle la oportunidad de explicarse.

Doña Ana era la hija del moro Ricote, que buscaba el tesoro de su padre. Ana se vio obligada a dar la noticia de su tesoro al rey de Barbaria, quien se llevó a su prometido, Don Gaspar Gregorio, que se disfrazó de mujer para poder escapar. Doña Ana fue obligada a ir en un barco con los moros, que mataron a dos españoles, lo cual no fue culpa suya. El virrey presente decidió perdonar la vida a doña Ana y mandó llamar a su prometido en Bárbara.

Capítulo 64

Un día que Don Quijote caminaba armado por la playa, se encontró con un hombre que se hacía llamar el Caballero de la Blanca Luna. Este hombre le dijo que había ido a buscar a Don Quijote para que admitiera que su dama era más guapa que la de Don Quijote. Como Don Quijote no lo admitió, le dijeron que su dama era más guapa que su mujer. Cuando Don Quijote se negó a admitirlo, decidieron batirse en duelo. El trato consistía en que si Don Quijote perdía, tendría que admitir que su dama no era la más bella, y tendría que pasar un año viviendo pacíficamente en su aldea sin usar las armas. Si Don Quijote ganaba, sería él quien decidiría la vida del otro caballero, y conservaría su arma, su gloria y su caballo.

Una vez en batalla, Don Quijote fue derrotado y humillado por el Caballero de la Blanca Luna. Don Quijote se vio obligado a cumplir su palabra y dijo que se retiraría de caballero durante un año, pero afirmó que su dama era la más bella del mundo. Después de la batalla, el Caballero de la Blanca Luna se alejó cabalgando, y Don Quijote fue llevado de vuelta a la ciudad en la silla de montar.

Capítulo 65

Don Antonio, que había perseguido al Caballero de la Blanca Luna hasta la venta, descubrió que en realidad se trataba del bachiller Sansón Carrasco, que quería que Don Quijote volviera a su casa para curarse de su locura. Cuando don Antonio lo oyó, le dijo que era un necio porque quería curar de su locura al loco más gracioso del mundo, pero que no diría nada de ello a don Quijote para que cumpliera su palabra.

Pocos días después, Don Quijote y Sancho volvieron a su aldea, pues él tenía que cumplir su palabra. Don Quijote montaba a caballo y Sancho caminaba mientras el asno llevaba las armas de Don Quijote.

Capítulo 66

Cuando Don Quijote pasa por el lugar donde fue derrotado, recuerda el momento de su derrota y se entristece. Sancho, al oír a Don Quijote, intenta consolarlo diciéndole que era feliz, aunque ya no gobernaba ningún lugar.

En el camino, Sancho se queja durante unos días de tener que caminar porque las armas tienen que llevarlas en un burro, Sancho sugiere que cuelguen las armas de un árbol para aligerar el peso. Don Quijote le regañó airadamente, diciendo que las armas no le hacían ningún daño.

Unos días después encontraron a los dos vecinos sentados en una carrera, sólo que uno de ellos estaba excesivamente más gordo que el otro. El gordo exigió al delgado que se pusiera un peso en el cuerpo para que la carrera fuera pareja. Sancho, al oír esto, dijo que por qué no se quitaba el gordo una cantidad equivalente de peso de su cuerpo para que la carrera fuera igual.

De camino a casa, Don Quijote y Sancho se encontraron con Tosilos, que les contó todo lo que había sucedido en casa del Duque en ausencia de Don Quijote, y les ofreció comida. Sancho se detuvo solo un rato para comer algo, pero pronto se le unió su amo.

Capítulo 67

Hablando de amor, Sancho explica que no entiende qué tiene que ver con el desengaño de Dulcinea, pero que se dará un azote cuando le apetezca.

Al pasar por un prado y ver a varios pastores, a Don Quijote se le ocurre la idea de convertirse en pastores durante el año que tenga que permanecer en el lugar. Ante esto, Sancho y el propio Don Quijote empiezan a fantasear sobre cómo vivirán como pastores y comienzan a pensar nombres para todos sus amigos. Hablando de ser pastores, Sancho y Don Quijote empiezan a poner a todos sus amigos y parientes nombres de pastores muy extraños y burlescos.

Capítulo 68

En medio del sueño de Don Quijote y Sancho, Don Quijote se despierta y le dice a Sancho que haría bien en darse una paliza por el desengaño de Dulcinea. Sancho vuelve a negarse y le dice a su amo que se vaya a dormir y le deje dormir.

Poco después Don Quijote y Sancho oyen un gran rugido y poco después cien cerdos atropellan a ambos héroes. Sancho quiso matar a un par de ellos como venganza, pero Don Quijote dijo que se lo merecía porque había fracasado como caballero.

Al día siguiente aparecieron caballeros armados y les obligaron a acompañarles a casa de los duques.

Capítulo 69

Cuando llegaron a la casa del duque, vieron a Altisidor tendido sobre un montículo. Al parecer, Altisidora había sido hechizada, y para disolverla Sancho tuvo que hacerle veinticuatro mamadas, doce pellizcos y seis pinchazos.

En ese momento entraron unas señoras y empezaron a dar pellizcos y puñetazos a Sancho, pero él no dejó que le dieran los pellizcos. En este punto, Don Quijote y Sancho comentaron la virtud de Sancho al frustrar a las damas, pues siempre le toca a él pasar por esas cosas. Don Quijote aprovecha para pedir a Sancho que se dé un par de azotes para disolver a Dulcinea, pero Sancho se niega a hacerlo.

Capítulo 70

Don Quijote y Sancho se van a la cama, pero tardan mucho en dormirse porque tienen una larga conversación sobre magos.

Se nos dice que el Duque y la Duquesa sabían que Don Quijote iba por ese camino porque el bachiller Sansón Carrasco se lo comunicó a su regreso de Barcelona, y decidieron gastarle una última broma a Don Quijote.

Durante la noche, Altisidora entró en la habitación de Don Quijote, y después de que éste le dijera que su amor era sólo por Dulcinea, Altisidora empezó a decir que todo lo que había pasado aquella noche era una farsa y que nunca había estado enamorada de él.

Cuando el duque y la duquesa se unieron a la discusión, Altisidora siguió insultando a Don Quijote, llamándole feo y otros improperios relacionados con su triste figura. Don Quijote decidió poco después partir aquella noche.

Capítulo 71

Cuando Don Quijote y Sancho se detuvieron en un bosque cercano, Don Quijote ofreció dar a Sancho un cuarto de real por cada azote, y Sancho aceptó. Al cabo de un rato, Sancho dijo a Don Quijote que subiera el precio a medio real, y Don Quijote accedió. Tras unos cuantos latigazos, Sancho empezó a azotar los árboles y a quejarse de vez en cuando para que Don Quijote no sospechara nada. Al cabo de un rato, Don Quijote pidió a Sancho que se detuviera, pues no quería que Sancho muriera.

Capítulo 72

Pocos días después entraron en una venta, donde se encontraron con el personaje del Quijote de Avellaneda, Don Álvaro de Tarfe, quien finalmente admitió que ante él estaban los verdaderos Don Quijote y Sancho y no los descritos por el autor de su libro, Avellaneda. Don Quijote pide a Don Álvaro que haga una declaración en la que diga y confirme que el Quijote de Avellaneda es completamente falso y que todo en él es mentira.

La noche siguiente, Don Quijote y Sancho vieron la aldea donde vivían, y desde lo alto de la colina Sancho se arrodilló y dijo que por allí solían venir los aldeanos. Don Quijote y Sancho no estaban bien provistos, pero allí estaban sanos y salvos.

Capítulo 73

De camino a la aldea, Don Quijote y Sancho se encontraron con el cura y Sansón Carrasco, que se alegraron mucho de ver a Don Quijote y Sancho de vuelta en la aldea. Una vez en la aldea, Don Quijote se fue a casa con su ama y su sobrina, y Sancho se fue a casa con mucho dinero para dárselo a su mujer.

Don Quijote dijo a sus amigos que tenía la intención de convertirse en pastor durante ese año y les pidió que le acompañaran en su pastoreo. Los amigos de Don Quijote asintieron que Don Quijote no volvería a salir de casa y regresaría a sus viejas costumbres.

Capítulo 74

Cuando el médico llegó a casa de don Quijote y lo vio, le dijo que más le valía confesarse, pues no le quedaba mucho tiempo de vida. Al oír esto, Don Quijote llamó a sus amigos y empezó a contarles que era consciente de todos los peligros en que había caído, pero que había vuelto en sí y que ahora era Alonso Quijano, el Bueno. Sus amigos intentaron animarle diciéndole que pronto todos serían pastores y que Dulcinea ya estaba decepcionada, pero Alonso Quijano les dijo que no se burlaran de él porque ya estaba cuerdo. Tras hacer testamento y dejar clara señal de que había vuelto a la cordura, comenzó a criticar la actitud de Avellaneda, que había escrito un libro falso sobre tonterías como la que él había vivido.

Antes de morir, dijo a su sobrina que, por favor, no se casara con un hombre que conociera las novelas de caballería, pues le llevarían a la locura. Y dicho esto, murió Alonso Quijano.